Un estudio revela diferencias significativas en el microbioma intestinal de niños con TEA

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15/07/2024 - 08:55
Niña con TEA

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Un grupo de científicos ha corroborado que los niños que presentan trastorno del espectro autista (TEA) exhiben un microbioma intestinal diferente al de los niños neurotípicos. Además, han identificado 31 marcadores biológicos que podrían facilitar el diagnóstico de este trastorno.

Además, los investigadores anticipan que en el futuro estos descubrimientos podrían facilitar la identificación de componentes específicos del microbioma intestinal y sus funciones que podrían estar implicados en la etiología del autismo.

El estudio, cuyos detalles han sido publicados este pasado lunes en la revista Nature Microbiology, fue llevado a cabo por un equipo de científicos chinos dirigido por Siew Ng de la Chinese University de Hong Kong (China).

La exploración de la microbiota en niños con TEA

El microbioma intestinal comprende los microorganismos que residen en el intestino humano (microbiota), junto con sus genes y metabolitos. Aunque se sabe desde hace tiempo que existe una conexión entre el microbioma intestinal y el TEA, la mayoría de estudios hasta ahora han investigado principalmente las bacterias intestinales, sin explorar si las arqueas, hongos y virus presentes en el microbioma, así como su función y sus genes alterados.

Para investigar esto, los científicos llevaron a cabo la secuenciación metagenómica de muestras fecales de 1.627 niños y niñas, de edades comprendidas entre 1 y 13 años, con y sin TEA, provenientes de cinco cohortes en China.

El desarrollo de un modelo de diagnóstico

Los autores examinaron estas muestras junto con datos sobre factores adicionales como la dieta, la medicación y la comorbilidad. Identificaron 14 arqueas, 51 bacterias, 7 hongos, 18 virus, 27 genes microbianos y 12 vías metabólicas alteradas en niños con TEA.

Posteriormente, utilizando aprendizaje automático, desarrollaron un modelo basado en un panel de 31 microbios y funciones. Este modelo mostró una mayor precisión diagnóstica para identificar a personas con TEA en comparación con los paneles de marcadores del microbioma intestinal basados en un solo reino, como bacterias o arqueas.

Los autores sugieren que estos 31 marcadores podrían tener un potencial diagnóstico clínico debido a su reproducibilidad en múltiples cohortes.

Estos hallazgos también pueden servir como base para futuros estudios que exploren la relación entre la microbiota intestinal y el diagnóstico para las personas con autismo.

Los resultados del estudio

Para Bhismadev Chakrabarti, director de Investigación del Centro de Autismo de la Universidad de Reading (Reino Unido), el estudio es significativo porque, por primera vez, examina el papel de hongos, arqueas y virus en el autismo.

"En términos generales, los hallazgos coinciden con estudios previos que muestran una menor diversidad microbiana en personas con autismo. Además, se fundamenta en una de las muestras más grandes utilizadas en un estudio de este tipo, lo que refuerza aún más los resultados", resalta en declaraciones al SMC.

Aunque el estudio no ha encontrado evidencia de que la microbiota cause el autismo, "abre la posibilidad de investigar vías bioquímicas específicas y su impacto en distintos rasgos autistas". Además, "podría mejorar la detección del autismo al complementar las pruebas genéticas y conductuales con marcadores microbianos".

Los factores dietéticos y metabólicos para los biomarcadores

Toni Gabaldón, investigador ICREA y jefe de Genómica Comparada en el IRB Barcelona y el BSC-CNS, resalta que el estudio incluye muchas muestras y considera factores de dieta y estilo de vida que afectan al microbioma intestinal. Aunque se sabía que los niños con autismo tienen una microbiota distinta, este estudio ofrece una visión más completa de los cambios metabólicos asociados.

Gabaldón subraya que actualmente el diagnóstico del TEA se basa en patrones de comportamiento, por lo que encontrar biomarcadores tempranos podría facilitar terapias más precoces. Además, sugiere que si los cambios metabólicos se pueden corregir con dietas o probióticos, la modulación de la microbiota podría abrir nuevas opciones de tratamiento.

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