Qué no debes decirle a una persona que sufre ansiedad

El 6,7 % de la población española se encuentra afectada por la ansiedad. Así lo ha registrado la Confederación Salud Mental España. Además esta entidad ha señalado que es la misma cifra de personas que sufren depresión en nuestro país. Una dolencia que, registra un mayor número en las mujeres con un 9,2 % que en los hombres con un 4 %.

La Clínica Universidad de Navarra la define como un sentimiento de inquietud, nerviosismo, preocupación, temor o pánico por lo que está a punto de ocurrir o puede ocurrir. Sus síntomas más habituales y generalizados son la sensación de ahogo, fobias, palpitaciones o la angustia.

El círculo vicioso de la ansiedad

Además, desde la propia Clínica, señalan que, los factores genéticos son las causas fundamentales, (presentando mayor riesgo a aquellas personas con dificultad para afrontar los acontecimientos estresantes) y, por extensión, los propios acontecimientos estresantes, en particular, enfermedades físicas, problemas laborales y dificultades en las relaciones interpersonales.

Como hemos visto, se puede dar de manera leve y transitoria causada por algún tipo de evento estresante, pero por desgracia, en numerosas ocasiones pueden llegar a hacerse crónicos si esos acontecimientos estresantes persisten en el tiempo.

Cuando una persona cercana sufre ansiedad como por ejemplo un familiar, amigo o nuestra propia pareja, es lógico que queramos prestarle ayuda y apoyo. Sin embargo, no todo el mundo cuenta con esa capacidad de preocupación por los demás, ni todos somos capaces de ponernos el pellejo de la otra persona cuando no hemos sufrido algo similar en nuestras propias carnes.

Por ello, son numerosos los expertos los que aconsejan no caer en las típicas frases hechas o expresiones que en vez de beneficiar, perjudican más a la persona que sufre esta enfermedad . Por ejemplo, algunas de las más comunes:

• Cálmate

Pedirle a alguien que la padece que se relaje, es un poco absurdo, ya que estas personas, no tienen herramientas suficientes para poder alcanzar esa calma por sí mismo. Decirle a una persona que se tranquilice no va a conseguir otra cosa que provocarle frustración y sentimientos de culpabilidad 

• Todo está en tu mente

La ansiedad se manifiesta por todo el cuerpo como bien hemos citado previamente. Es importante no minimizar lo que esa persona siente, ya que no es algo voluntario, ni fácil de controlar. Que nosotros no la hayamos experimentado esta situación en primera persona, no quiere decir que no exista.

• No tengas miedo

Las personas que la sufren, el miedo es completamente real y por mucho que se le insista de que no existe, esto no hará que pierda ese miedo. Al contrario, debemos de transmitirle que estamos a su lado para ayudarle.

• Respira/ relájate

Ante una crisis de ansiedad de un persona de nuestro entorno nada más erróneo que pedirle que se tranquilice y respire. Podemos provocar una hiperventilación en el paciente que aumente en mayor medida el grado de dicha ansiedad.

• No te preocupes

Tenemos la obligación de hacerles sentir que cuenta con apoyo. Todo ello repercutirá en su autoestima y provocará que se aísle de su entorno. Las personas con esta enfermedad son completamente conscientes de la irracionalidad de sus pensamientos y miedos pero son incapaces de parar por sí solas esta preocupación. 

• Necesitas descansar

Dormir bien, hacer ejercicio descansar, pueden ayudar, pero debemos de ser conscientes de que estos, no la curan. En la mayoría de los casos la solución está en la combinación de terapia y medicación, el apoyo del entorno y la voluntad de quien la sufre.

• Todo va a salir bien

Para las personas que la sufren, decirle esta frase les puede parecer un sinsentido o una frase hecha para salir del paso, ya que ellos, no tienen la sensación de que las cosas vayan a ir bien.

• Sé qué sientes

La ansiedad es un trastorno donde la persona es capaz de sentir miedo a volverse loco o a morir debido a los síntomas. Los nervios esporádicos son algo completamente natural y otra muy distinta un miedo que puede incapacitar durante meses o incluso años.