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Cuando entramos en una tienda de moda y nos gusta alguna prenda lo primero en lo que nos fijamos es en el precio.
Algunas veces nos paramos a pensar en si la podremos combinar con la ropa que tenemos en casa y en cuántas veces nos la podremos poner.
Casi nunca nos planteamos que esa prenda ha pasado por un largo proceso de producción y fabricación que tiene un fuerte impacto ambiental y social.
Además muchos de nosotros no compramos ropa sólo por necesidad. También lo hacemos por aburrimiento y como forma de ocio.
El consumo de ropa se ha duplicado en los últimos tiempos y el tamaño de nuestro armario no tiene nada que ver con el que tenían a nuestra edad nuestros padres o nuestros abuelos.
Nuestra actitud hacia la ropa tampoco es la misma
Los tiempos en los que se hablaba de “ropa de domingo”, “ropa sufrida” o “ropa crecedera” y la ropa se “heredaba” pasando de unos a otros miembros de la familia nos parecen muy lejanos.
En la sociedad actual buscamos constantemente la novedad, compramos mucho y desechamos rápidamente lo que hemos comprado.
La industria de la moda se ha convertido en una parte muy importante de la economía mundial y crea muchos puestos de trabajo.
Pero también se ha convertido en la segunda industria más contaminante del planeta.
Este dato ha hecho que se haya empezado a prestar más atención a la forma en que se fabrica, se comercializa y se consume la ropa.
Y también a las condiciones económicas y laborales de las personas que han participado en todo este proceso.
Una parte de la sociedad ha empezado a tomar conciencia de que consumimos y producimos por encima de la capacidad que tiene nuestro planeta para renovarse
En el mundo de la moda ya existen empresas, algunas grandes, pero sobre todo pequeñas, que han apostado por una moda más ética.
Esta moda está basada en la sostenibilidad de toda la cadena de producción, la dignidad de las condiciones laborales y la producción local.
En este cambio de mentalidad el papel de los consumidores tiene mucha importancia.
Porque no sólo hay que cambiar la forma de fabricar y comercializar la ropa. También tenemos que cambiar nuestra forma de consumir.
Los consumidores de moda tenemos que hacernos responsables y saber lo que estamos comprando.
Para ello tenemos que acostumbrarnos a leer las etiquetas de las prendas.
Y para saber interpretarlas tenemos que informarnos sobre los materiales y procesos de fabricación que son más contaminantes y sobre las condiciones de trabajo de los distintos lugares el mundo donde se está fabricando la ropa que utilizamos.
Como consumidores de moda tenemos que volver a apreciar la calidad en las prendas. Porque a mejor calidad, más tiempo las podremos usar y en mejores condiciones. De esta forma generaremos menos residuos.
También es importante recuperar
la mentalidad de nuestros abuelos de reutilizar, arreglar y aprovechar al
máximo las prendas.
En la actualidad existen muchas iniciativas de reciclaje que ponen a nuestra disposición contenedores para depositar la ropa que ya no utilizamos.
Cuando nos hacemos responsables de lo que compramos y cambiamos nuestros hábitos de consumo ayudamos a reducir el impacto que la industria de la moda tiene sobre el medio ambiente y a fomentar una sociedad más justa.
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Paola Torres Muinelo (VíaPaolablog)
Equipo Escuela de Imagen y Moda Fácil
www.tomu.es
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