La nueva realidad

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03/11/2020 - 11:27
Constitución en el referéndum del 6 de diciembre del 78

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Quizá lo que más debería inquietarnos de lo que se ha ido desarrollando a lo largo de estos últimos años en España sea esa  falta de reacción colectiva significativa de la población ante las modificaciones substanciales que se han ido introduciendo descaradamente en el sistema político, cambios que vulneran los principios que alimentaron la transición del 78, con la que parecía que toda la ciudadanía estaba entusiasmada al iniciarse una nueva etapa de nuestra historia.

Lo cierto es que se han introducido cambios que alteran aquellos presupuestos que se suponía iban a gobernar la convivencia entre españoles.

¿A qué puede deberse esta ausencia de resistencia activa a unas transformaciones que directamente nos llevan de nuevo a una confrontación? 

Sin entrar en la promulgación de leyes sectarias e ideológicas, pasemos al tema estrictamente legal. Para que un régimen “democrático” de las características del que entonces se quiso instaurar en España, es imprescindible la existencia previa de un “estado de derecho”, sin el cual toda la legitimidad del sistema se viene abajo; eso se plasma en una Constitución y exige un estricto principio de división de poderes, de lo contrario estamos ante un régimen autoritario, dictatorial o totalitario pasado por unas urnas.

Ejemplos de cómo se ha vulnerado no solo el espíritu de aquellos principios sino hasta sus formas hay sobrados, el primero y más grave, fue el de un gobierno socialista con acuerdo del PP, para alterar el mecanismo escogido para  la elección de la magistratura, al que ahora se le quiere dar una nueva vuelta de tuerca; de toda actualidad es la aprobación por el congreso de una ley excepcional para seis meses con la retirada del PP, algo que requeriría una aprobación quincenal por el propio congreso. Son dos botones de muestra que liquidan definitiva y descaradamente el principio sagrado de todo estado de derecho: el de división de poderes. Pero seamos realistas ¿De verdad esto nos escandaliza tanto, cuando llevamos asistiendo a una férrea disciplina de voto en el congreso que haría redundantes a la mayoría de los diputados, al estar el legislativo total y directamente nombrado por la cabeza del partido? El que ahora se controle más todavía a la judicatura no es más que la consecuencia lógica de la tendencia y mecánica del sistema: “Todo el poder para el jefe…” Luego este reparte juego.

Todavía alguien con memoria recuerda la famosa frase del entonces vicepresidente del gobierno, nada menos que Alfonso Guerra, que afirmo que “Montesquieu había muerto…” ¿Cree alguien que aquello fue una frase o fue la simple confirmación de que partidos cuyo origen está en el marxismo, no aceptan ni quieren división de poderes? No paso nada, se siguió con la ficción de que era un socialismo democrático a la occidental. Claro está, en aquel entonces estábamos buscando la entrada en la OTAN y en la UE y había que mantener las formas…

¿De verdad podemos seguir sosteniendo sin rubor que vivimos en  una “democracia liberal”, o estamos ya ante un régimen intervencionista que controla todos los resortes del poder y que pretende implantar un nuevo régimen en España?

Poco a poco la deriva autoritaria y destructiva para eliminar el sistema del 78 progresa adecuadamente,  acelerada por esta pandemia, en que los gobiernos se invisten de poderes extraordinarios y pueden adoptar medidas y reforzar el control de las instituciones con la escusa de la situación. Integrados bajo el paraguas del poder, cada partido busca su lugar para defender sus intereses particulares en el mapa nacional, ¿deberíamos quizá decir a partir de ahora confederal como en la primera república? Sin que exista una verdadera oposición más que por parte de un grupo todavía minoritario en el congreso, que pretende frenar esta subasta de poder y nominas, desde Cabo de Creus hasta Tarifa, de Cabo La Nao a Sierra de Alor, de Valencia a Badajoz, de Finisterre a Cabo de Palos, con la derivada de Bruselas a pillar algún cargo.

En realidad, es una vuelta a la España de taifas y reinos, de las canonjías y momios, prebendas y beneficios, no es ninguna novedad en la geografía hispana, la única diferencia sería que ahora una vez más en nuestra reciente historia aparecen las fuerzas “progresistas” que bajo el palio de salvar al pueblo acabaran arruinándolo. Parecía una lección aprendida, ¡pues no! las nuevas generaciones vuelven a la carga. ¡Qué maldición o bicho nos ha picado! El triste consuelo es que no somos tan raros, lo cierto es que en el resto del planeta parece que padecen la misma enfermedad.

No podemos saber lo que ocurrirá en las próximas elecciones generales, ni cómo serán estas, ¿quién será el todopoderoso  presidente del gobierno a cargo del territorio? Pues dada la actual estructura parlamentaria y dispersión será muy difícil recuperar la dirección, tanto de la economía como de la política para poner en marcha un plan coherente de recuperación. Entretanto habrá que encontrar el mejor paraguas para capear el temporal sin esperar demasiado de quien marca el rumbo desde el poder. Siempre quedaran aquellos creyentes que proclamaran: ¡La democracia ha muerto, viva la democracia! Suerte.

[Puedes leer más artículos de Vicente Baquero en este enlace]   

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