¿Deberíamos devolverle su significado primigenio a la palabra 'idiota'? Y no, no era un insulto

Tanto la palabra como el lenguaje son entes vivos y por tanto experimentan cambios a lo largo del tiempo. Unos cambios que pueden ser más radicales o curiosos, pero pocas veces se mantienen estáticos. Aunque ahora la hemos sustituido por otras palabras quizá más insultantes o malsonantes, lo cierto es que "idiota" es muchas veces una manera ofensiva de dirigirnos hacia alguien, aunque esto no fue siempre así.

Como en gran parte de nuestro vocabulario, la palabra "idiota" proviene del griego antiguo en el que se utilizaba la palabra "idiotes" (ἰδιώτης), aunque sin duda su significado era completamente diferente al que conocemos hoy. De ellos no solamente heredamos esta palabra, sino también algo mucho más valioso, que hace que nuestras vidas se encuentren sustentadas en un sistema más práctico y grande que nosotros mismos: la democracia y la política. Es aquí donde debemos buscar su origen.

Ser un idiota nunca estuvo bien visto

Para los griegos, la política era un tema central, ya que trataba de todo aquello que impactaba directamente en la "polis", la ciudad, y por tanto, debía ser objeto de estudio, preocupación e interés para los ciudadanos. En este sentido, la palabra 'idiota' se utilizaba para referirse a todas aquellas personas que no participaba en la vida pública o política, es decir, alguien que no se involucraba en los asuntos de la polis.

Aunque este término se utilizaba de manera neutral en ese contexto, lo cierto es que, tomando en cuenta la importancia de la política para los ciudadanos griegos, tampoco era especialmente bueno. Con el tiempo, la palabra "idiotes" comenzó a tomar connotaciones negativas, ya que se asociaba a alguien que carecía de conocimiento o habilidades en áreas específicas. En la época medieval europea, el término se adoptó en el latín medieval como "idiota", manteniendo su connotación de alguien ignorante o poco educado negativamente.

A medida que el idioma evolucionó, el término "idiota" empezó a utilizarse, sobre todo en el campo de la medicina, para describir a personas que se consideraban mentalmente deficientes o incompetentes en un sentido más amplio. Hoy en día, se usa generalmente como un insulto para referirse a alguien que se percibe como estúpido o incompetente en una situación particular.

La importancia de no ser "idiotes"

Recuperando el significado primigenio de esta palabra, muchos escritores, políticos y toda clase de pensadores interesados en la vida pública, o en los asuntos sociales, han destacado la importancia de interesarse por lo político, transcendiendo el significado más allá de votar en unas elecciones o ver los debates políticos nacional, haciendo referencia a la vida en la "polis".

Atender a los asuntos de la política, no es solo posicionarse en una ideología determinada, sino también en conocer más sobre las decisiones que se toman para vivir en sociedad. Desde el precio de la vivienda, pasando por la de los alimentos, sin dejar atrás la educación, la sanidad o incluso el manejo de los recursos, son cuestiones que afectan en nuestro día a día y de las que debemos estar al corriente, para evitar convertirnos en un ciudadano al que le tratan de idiota.