El 85 % de la población mundial vive bajo el impacto de la contaminación lumínica

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01/09/2024 - 08:00
Contaminación lumínica

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El 85 % de la población mundial enfrenta la contaminación lumínica, un problema ambiental que no solo impide que millones de personas disfruten del espectáculo de las estrellas, sino que también tiene serias repercusiones en los ecosistemas, la salud y la observación astronómica.

"Asociamos la iluminación con el progreso, la modernidad y la belleza, pero es fundamental entender que la luz artificial nocturna también actúa como un agente contaminante, generando un problema ambiental con serias repercusiones", advierte Alicia Pelegrina, impulsora de la Oficina de Calidad del Cielo del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), en una entrevista con EFE.

Los tipos de contaminación lumínica

La contaminación lumínica puede manifestarse de diversas maneras. Por ejemplo, se habla de 'intrusión lumínica' cuando la luz se infiltra en zonas que deberían permanecer oscuras, como cuando la luz de una farola ilumina nuestro dormitorio en plena madrugada.

Otro tipo es el 'deslumbramiento', que ocurre cuando luces mal dirigidas apuntan directamente a nuestros ojos, como sucede con las luces de las carreteras o los monumentos. Sin embargo, la forma más conocida de esta contaminación lumínica es el 'brillo artificial' o 'skyglow', que dificulta la observación de cielos estrellados y afecta la astronomía científica.

Este resplandor se debe al comportamiento de la luz en la atmósfera, según explica la investigadora y doctora en Ciencias Ambientales.

¿Cómo se dispersa la luz y afecta a espacios naturales protegidos?

La luz, una onda electromagnética que viaja a gran velocidad y posee una notable capacidad de dispersión, interactúa con las partículas atmosféricas de manera similar a una bola en una máquina de pinball: "Los fotones de luz chocan con las partículas en la atmósfera y, al interactuar con ellas, se esparcen por toda la masa de aire. Ningún otro contaminante tiene una capacidad de dispersión tan grande", señala.

Por esta razón, existen espacios naturales protegidos que, aunque no tienen poblaciones locales ni núcleos urbanos cercanos, se ven afectados por la contaminación lumínica. Un punto de luz en Málaga, por ejemplo, puede contaminar el cielo en Granada, ya que la contaminación puede alcanzar hasta 300 kilómetros de distancia.

Para enfrentar este problema, Pelegrina opina que el primer paso es modificar la percepción social, "debemos empezar a reconocer que la luz artificial es un contaminante" y utilizarla de manera más responsable y racional.

Recomendaciones para combatir la contaminación de la luz

 Las administraciones deberían priorizar el uso de lámparas LED anaranjadas en lugar de luces incandescentes o de luz blanca, y promover un alumbrado público más eficiente con lámparas que dirijan la luz hacia el suelo o que se activen mediante sensores de movimiento... "y, ¿por qué no, cuestionar si realmente es necesario iluminar un monumento o un cartel publicitario a las 2 de la madrugada?"

Algunas administraciones, como la de Canarias, pionera en la creación de una ley autonómica para la protección de la calidad del cielo, son conscientes del problema y ya están tomando medidas. Sin embargo, Pelegrina advierte que eliminar esta contaminación es responsabilidad de todos: "de las administraciones, la industria, la sociedad y la ciencia".

La contaminación lumínica afecta gravemente a los ecosistemas. Las pardelas en Baleares y Canarias, por ejemplo, están muriendo al confundir las luces de las ciudades con sus rutas nocturnas, lo que las lleva a chocar con edificios o ser atropelladas. Los insectos nocturnos también sufren, lo que es alarmante, ya que polinizan la mayoría de cultivos y plantas con flor. Además, esta contaminación lumínica interfiere en el reloj biológico humano, aumentando el riesgo de enfermedades graves. También perjudica la observación astronómica y priva a las futuras generaciones de la vista de un cielo estrellado.

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