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En 2001 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 6 de noviembre como el Día Internacional para la prevención de la explotación del Medio Ambiente en la guerra y los conflictos armados, una fecha que pretende proteger el medio ambiente en situaciones de conflicto.
La población civil no es la única que sufre los estragos de un conflicto armado
Las guerras, no en vano, suponen una amenaza directa a la conservación y preservación de nuestro entorno. En tiempos de guerra, la naturaleza sufre la degradación que dejan tras de sí las acciones militares.
La tala de árboles o los incendios ponen en peligro la biodiversidad o los ecosistemas naturales, las armas arrojan gases tóxicos y partículas al aire y filtran materiales pesados en el agua y en el suelo, y las bombas provocan profundas marcas en los paisajes.
A veces, la destrucción ambiental se debe a una estrategia intencionada. En la guerra de Vietnam, por ejemplo, el ejército estadounidense roció con productos químicos vastas franjas de selva con el objetivo de devastar los bosques y de esta forma privar de protección a sus fuerzas enemigas.
En otras ocasiones, son las materias primas (petróleo, minerales, gas o diamantes) las que han originado ciertos conflictos. Tanto es así que, según el Programa de Medio Ambiente de la ONU, al menos el 40 % de todos los conflictos del mundo están vinculados con la explotación de los recursos naturales. Desde 1946 hasta 2010 los conflictos han sido el principal factor que ha permitido predecir la disminución de las especies silvestres.
Hay que proteger el medio ambiente natural y limitar los daños que se le causen
No solo porque el medio ambiente sostiene la vida humana, sino también por su valor intrínseco. De este modo, se prohíbe el uso del medio ambiente como arma, esto es, prohibir los ataques deliberados contra el medio ambiente natural, y en particular la destrucción de recursos naturales y el uso de técnicas de modificación ambiental (tales como el empleo de herbicidas para alterar el equilibrio ecológico de una región).
Por lo tanto, se considera de gran importancia garantizar que la actuación sobre el medio ambiente es parte de la prevención de conflictos, del mantenimiento de la paz y de las estrategias de consolidación de la misma ya que no puede haber paz duradera si los recursos naturales que sostienen los medios de subsistencia y los ecosistemas son destruidos.
Uno de los mayores efectos de las guerras en el medio ambiente tuvieron lugar durante las dos Guerras Mundiales
Se trata del hundimiento del armamento en el mar para evitar su reutilización por el bando enemigo y supuso uno de los efectos medioambientales más graves y que todavía persiste. Se estima que en los mares del Norte y Báltico haya alrededor de 1,6 millones de toneladas de municiones.
El gran problema que conlleva arrojar al mar munición y armas es que acabaran liberando compuestos tóxicos que acabarán poniendo en peligro la vida de los ecosistemas marinos.
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