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En cualquier rincón del mundo, en este preciso momento, una pareja se está reencontrando en un aeropuerto después de mucho tiempo. Esta escena, tan común en las comedias románticas, generalmente termina con un beso. Pero, ¿por qué elegimos este gesto y no otro en nuestras relaciones?
El beso, un acto universal que atraviesa culturas y distintas épocas
En este momento, en algún lugar del planeta, una pareja se reúne después de un largo tiempo sin verse. Este reencuentro, tan común en las películas románticas, termina con el esperado beso. Pero, ¿por qué elegimos este gesto en lugar de algo más inusual, como frotarnos los ojos como hacen los monos capuchinos para mostrar afecto?
El beso es un acto universal, presente en diversas culturas y épocas. Es un símbolo de amor y cariño, tal como lo muestra la escultura de Los amantes de Ain Sakhri, una pieza de hace 10.000 años que representa a dos personas besándose y abrazándose.
Este gesto no es reciente, sino que tiene raíces profundas en la historia humana. Sin embargo, desde una perspectiva biológica, ¿hay alguna explicación evolutiva para que el beso se haya convertido en una forma tan común de expresar afecto?
Un estudio reciente de la Universidad de Warwick plantea que podría estar relacionado con el comportamiento de acicalamiento que los simios practican entre sí.
¿Qué significa el hecho de besarse?
El beso es una de las acciones más significativas en la vida de cualquier persona y relaciones de todo tipo. Aunque puede resultar difícil recordar el primer apretón de manos o saludo, el primer beso, al igual que el último que hemos dado, queda grabado en nuestra memoria de manera indeleble.
A pesar de ser un gesto universal, cada sociedad ha establecido sus propias reglas y significados en torno al beso. Por ejemplo, en la antigua Roma, los besos variaban según el vínculo entre las personas: el beso apasionado se llamaba "savium", mientras que el beso familiar en la mejilla era conocido como "osculum".
Más allá de las diferencias culturales, los estudios revelan que todos los besos comparten una función común: regular las interacciones sociales. Según un estudio, los besos no solo tienen un significado cultural, sino que también reflejan una base biológica universal que trasciende las distintas relaciones sociales, sugiriendo que esta práctica tiene raíces evolutivas profundas.
Una práctica que atraviesa relaciones personales y sociales
A lo largo de los años, el beso ha sido objeto de diversas teorías científicas en las relaciones. Algunas sugieren que es una forma alternativa de "olfatear" para evaluar a otros socialmente, mientras que otras lo vinculan a un vestigio de la lactancia, debido a las similitudes en los gestos de ambos comportamientos.
Sin embargo, estas teorías parecen no encajar completamente cuando se considera el contexto social del beso, que está estrechamente relacionado con la intimidad. Como señalan los investigadores, "los besos están reservados para relaciones específicas y situaciones sociales particulares".
Ante esta encrucijada, los científicos buscaron respuestas en el reino animal, observando el acicalamiento en los primates, una práctica que no solo cumple una función de higiene al eliminar parásitos, sino que también es esencial para fortalecer los lazos sociales dentro del grupo.
Sin embargo, la forma de concluir ese proceso, con el contacto de los labios, no desapareció, y ha perdurado como una conducta que sigue estrechando relaciones sociales, lo que revela una clara conexión con el beso humano.
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