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Los resfriados son comunes durante el otoño e invierno, pero ¿alguna vez te has preguntado si es posible tener un resfriado en pleno verano? Aunque no es lo más habitual, no es raro que algunas personas experimenten síntomas en esta temporada estival.
Aunque no existen cifras precisas, algunos expertos sugieren que el efecto de la pandemia de COVID-19, la disminución en el uso de mascarillas y el incremento en la interacción social pueden haber contribuido al aumento de los casos de resfriados en verano.
Para entender mejor este fenómeno, el Dr. José Miguel Rodríguez González-Moro, jefe de Servicio de Neumología del Hospital Universitario Príncipe de Asturias de la Comunidad de Madrid, proporciona una visión más clara de este fenómeno en Cuidate+.
Los cambios bruscos de temperatura en verano también pueden desencadenar resfriados
Cuando pasamos repentinamente del calor al frío o viceversa, nuestro sistema inmunológico puede verse comprometido, lo que puede resultar en la irritación de las mucosas nasales y del tracto respiratorio, facilitando la entrada de los rinovirus, los principales culpables detrás de los catarros.
El aire acondicionado también desempeña un papel importante. Aire frío y seco, con temperaturas incluso por debajo de los 18 grados, puede interferir con los mecanismos de defensa naturales del cuerpo, lo que crea un ambiente propicio para la acción de los virus. Según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, hasta un 20 % de los cuadros catarrales, laringitis, faringitis o procesos bronquíticos en verano se deben al uso inadecuado del aire acondicionado.
Es importante recordar que, además de los rinovirus, la COVID-19 sigue circulando en sus diversas variantes y, en muchos casos, se presenta con síntomas parecidos a los de un resfriado.
Síntomas y tratamiento del resfriado en verano
Los resfriados veraniegos suelen manifestarse principalmente con síntomas nasales, como irritación, estornudos, congestión nasal, tos seca e irritación de garganta. Es crucial diferenciarlos de la gripe, que se caracteriza por fiebre y una mayor afectación del estado general, incluyendo cefalea, dolor muscular y fatiga.
En general, la mayoría de los resfriados relacionados con el aire acondicionado no suelen causar fiebre. Por lo tanto, como regla general, no se deben tomar antibióticos para tratar estos problemas nasales o faríngeos, ya que suelen ser infecciones de origen viral.
El tratamiento básico se centra en el reposo relativo, una adecuada hidratación y, en caso de malestar, analgésicos como el paracetamol. Se recomienda evitar el uso prolongado de nebulizadores nasales con vasoconstrictores y/o corticoides, y si se utilizan, hacerlo durante solo unos días.
Generalmente estos cuadros se resuelven por sí mismos en un plazo de 3 a 5 días desde la aparición de los primeros síntomas, lo que generalmente no requiere una consulta médica. Sin embargo, es importante buscar atención médica en casos específicos, como cuando una enfermedad crónica puede empeorar debido al resfriado o cuando este podría favorecer la aparición de una neumonía. Otros motivos para consultar a un médico incluyen fiebre alta, dolor en el pecho, dificultad para respirar o debilidad extrema.
Complicaciones
Aunque los resfriados suelen ser problemas de salud menores, pueden desencadenar complicaciones en ciertos casos, como la aparición de infecciones bacterianas como sinusitis, bronquitis o neumonía. Estas complicaciones son más comunes en la gripe pero aún así, es importante prestar atención a las personas más vulnerables, como aquellas con enfermedades respiratorias, metabólicas, cardiopatías, tumores o sistemas inmunológicos debilitados.
Para prevenir los resfriados en verano, se recomienda utilizar el aire acondicionado de manera adecuada, evitando diferencias de temperatura de más de 8-10 grados entre el interior y el exterior, y no configurar el aire acondicionado por debajo de los 23 grados. También se aconseja evitar la exposición directa al flujo de aire acondicionado, mantener limpios los aparatos, asegurar una humedad adecuada en el interior y renovar periódicamente el aire. Además, no debemos olvidar llevar ropa de abrigo para las noches frescas y para lugares públicos con aire acondicionado, como cines, restaurantes y medios de transporte.
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