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Por salud universal se entiende que todas las personas tengan acceso, sin discriminación alguna, a servicios integrales de calidad, cuándo y dónde los necesiten sin exponerles ningún tipo de barrera financiera.
El artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos asegura que “toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud…” . Sin embargo, lo cierto es que la mitad de la población mundial no cuenta con servicios básicos de salud y 100 millones de personas son arrastradas a la pobreza cada año intentando pagar por ellos.
Esta es una violación del derecho humano a la salud. La cobertura sanitaria universal implica que todas las personas y comunidades reciban los servicios de salud que necesitan sin tener que pasar penurias financieras para pagarlos.
La no discriminación y la igualdad exigen que los Estados adopten medidas para reformular toda legislación, práctica o política discriminatoria.
El objetivo es la cobertura sanitaria universal
La cobertura sanitaria universal implica que todas las personas y comunidades reciban los servicios de salud que necesitan sin tener que pasar penurias financieras para pagarlos. Abarca toda la gama de servicios de salud esenciales de calidad, desde la promoción de la salud hasta la prevención, el tratamiento, la rehabilitación y los cuidados paliativos.
Además, permite a todos acceder a servicios que atienden las causas más importantes de las enfermedades y la muerte, y asegura que la calidad de esos servicios sea suficientemente buena para mejorar la salud de las personas que los reciben.
Proteger a las personas de las consecuencias financieras que puede tener el pago de los servicios de salud reduce el riesgo de que se empobrezcan a resultas de una enfermedad inesperada que exija la utilización de los ahorros de toda una vida, la venta de bienes o el recurso a préstamos, que pueden destruir su futuro y a menudo el de sus hijos.
Lograr la cobertura sanitaria universal es una de las metas que se fijaron los países que adoptaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2015. Los países que avanzan en su logro también lo harán hacia las demás metas relacionadas con la salud y los demás Objetivos.
La buena salud no solo hace posible que los niños aprendan, los adultos se ganen la vida y la gente en general escape de la pobreza, sino que también sienta las bases para el desarrollo económico a largo plazo
Conseguir una cobertura sanitaria universal es más urgente que nunca porque la pandemia de Covid-19 de hace más de un año ha aumentado las desigualdades en el acceso a la atención y los servicios sanitarios y, al mismo tiempo, ha demostrado que nadie está a salvo hasta que todo el mundo lo esté, como demuestran los riesgos asociados a la baja cobertura de vacunación en las zonas más remotas y pobres del mundo.
También se ha observado en qué medida los riesgos relacionados con la salud no se limitan al tratamiento del enfermo, porque su situación genera un efecto en cadena que hace necesaria una mayor atención a los familiares que son dependientes del paciente y a los que le tienen que cuidar. Y que las necesidades de los enfermos crónicos van más allá de la atención sanitaria más inmediata, abarcando otras áreas como el apoyo psicológico o la salud mental.
La innovación va a ser clave para crear un sistema sanitario capaz de responder a los nuevos retos que surjan en la era pos-Covid, con productos que complementen la oferta de la sanidad pública y ayuden a cubrir las carencias en materia de atención sanitaria de los diferentes grupos de población.
Debemos construir un mundo más justo y saludable
El sistema de salud español garantiza la cobertura universal de todos los residentes, con un gasto que representa aproximadamente el 9 % del Producto Interior Bruto. Sin duda, es un orgullo que nuestro país figure entre los países que más gastan en sanidad de la Unión Europea.
El tratamiento de los pacientes con cáncer y otras enfermedades críticas también está cubierto por el Estado, e incluye la atención preventiva y la disponibilidad de terapias tecnológicamente avanzadas llevadas a cabo por excelentes equipos médicos en modernas instalaciones hospitalarias.
En gran medida, el modelo se ha mostrado eficaz durante muchos años, pero ahora, gracias a las oportunidades que presentan las nuevas tecnologías, ha llegado un momento de optimizar el sistema para que responda mejor a los nuevos retos, muchos de los cuales no eran aparentes antes de la llegada de la pandemia.
El mayor reto será buscar nuevos modelos más sostenibles que el actual, más centrados en el uso eficaz y eficiente de la tecnología y los datos para identificar las señales tempranas de las enfermedades, permitiendo el intercambio y procesamiento de datos entre las diferentes partes involucradas.
¿De qué manera pueden los países avanzar hacia la cobertura sanitaria universal?
Muchos países ya están avanzando hacia la cobertura sanitaria universal. Todos los países pueden esforzarse por avanzar más rápidamente hacia su consecución o por mantener los logros ya obtenidos.
En los países en que los servicios de salud son generalmente accesibles y asequibles, los gobiernos tienen cada vez más dificultades para responder a las crecientes necesidades sanitarias de su población y al aumento de los costos de los servicios de salud.
Para avanzar hacia la cobertura sanitaria universal es preciso fortalecer los sistemas sanitarios en todos los países. Es esencial asimismo contar con estructuras de financiación sólidas. Si la gente tiene que pagar la mayoría de los gastos de salud de su propio bolsillo, los pobres serán incapaces de obtener muchos de los servicios que necesitan, e incluso los ricos se verán expuestos a dificultades económicas en caso de enfermedad grave o prolongada.
La mejora de la cobertura de los servicios de salud y de los resultados sanitarios depende de la disponibilidad, accesibilidad y capacidad de los trabajadores sanitarios de proporcionar una atención integrada de calidad centrada en las personas. Las inversiones en personal de salud primaria son muy necesarias y resultan costo-eficaces para mejorar la equidad en el acceso a los servicios de salud esenciales. Otros elementos fundamentales son la buena gobernanza, la existencia de sólidos sistemas de adquisición y suministro de medicamentos y tecnologías sanitarias, y de sistemas de información sanitaria eficientes.
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