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El sarampión es una enfermedad viral altamente contagiosa causada por el virus del sarampión. Se transmite principalmente a través de las gotas respiratorias expulsadas al toser o estornudar. Los síntomas del sarampión incluyen fiebre, erupción cutánea, tos, ojos rojos y secreción nasal.
La vacunación es la forma más efectiva de prevenir el sarampión. La vacuna triple vírica, que protege contra el sarampión, las paperas y la rubéola, se administra en dos dosis durante la infancia. Mantener altas tasas de vacunación en la población es crucial para prevenir brotes y proteger a quienes no pueden recibir la vacuna por diversas razones, como los bebés demasiado pequeños o personas con sistemas inmunológicos comprometidos.
Y es que, recientemente, la Organización Mundial de la Salud advertía de que los casos de sarampión se han multiplicado por 30 en el continente europeo respecto a los detectados en 2022. Este crecimiento ha llevado incluso a países como Rumanía a declarar la epidemia nacional.
Este incremento en la incidencia, acusa el organismo, se debe al retroceso de la cobertura vacunal en todo el mundo entre los años 2020 y 2022. Si tenemos en cuenta que se trata de una patología extremadamente contagiosa, es más importante que nunca asegurarnos de que estamos adecuadamente inmunizados frente a la infección.
¿Cuál es la forma de transmisión del sarampión?
Según la prestigiosa Clínica Mayo de Estados Unidos, el sarampión es una enfermedad altamente contagiosa que se propaga principalmente a través del aire.
El virus reside en las vías respiratorias superiores, como la nariz y la garganta, de las personas infectadas. Al estornudar, se liberan gotas en el aire que contienen partículas virales, las cuales pueden ser inhaladas por personas cercanas, resultando en la transmisión de la enfermedad.
Además, estas gotas pueden depositarse en superficies cercanas. Si entramos en contacto con una superficie contaminada y tocamos nuestra boca o nariz, existe la posibilidad de contraer el virus.
Se estima que hasta el 90 % de las personas sin inmunidad natural o sin vacunación previa pueden desarrollar la infección al exponerse a alguien afectado por el sarampión.
¿Cuáles son sus síntomas?
Los síntomas de esta enfermedad vírica suelen aparecer en un período de entre 10 y 14 días después de contraer el virus, y generalmente incluyen:
- Fiebre
- Tos seca
- Goteo de la nariz
- Dolor de garganta
- Ojos inflamados
- Manchas blancas diminutas con centro blanco azulado y fondo rojo dentro de la boca
- Sarpullido de manchas grandes y planas que se mezclan entre sí.
Eso sí, la aparición de los síntomas no delimita el período en el que las personas con el virus pueden contagiarlo. Más al contrario, se cree que el intervalo en el que una persona transmite el virus es el que transcurre desde los cuatro días anteriores al sarpullido hasta los cuatro días posteriores, con lo que a menudo resulta complicado aislar a los portadores para evitar el contagio de la enfermedad.
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