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La sepsis es una respuesta extrema del cuerpo a una infección que puede poner en peligro la vida. Se produce cuando el sistema inmunitario, en lugar de combatir la infección, provoca una reacción inflamatoria generalizada que puede dañar los tejidos y órganos.
Esta condición es una emergencia médica que requiere atención inmediata para prevenir complicaciones graves y la muerte. La sepsis puede resultar de cualquier tipo de infección, ya sea bacteriana, viral, fúngica o parasitaria.
En el mundo, según datos de la OMS de 2020, se producen anualmente casi 49 millones casos de sepsis, una afección grave en la que el cuerpo responde de manera incorrecta y exagerada antes una infección. De estos casos, la mitad de los casos se recuperan completamente, fallecen alrededor de un 20 % y hasta un tercio muere en el año siguiente.
De los que se recuperan, muchos de ellos se quedan con secuelas a largo plazo, tanto físicas como cognitivas, e incluso con un elevado grado de discapacidad. De hecho, la sepsis es la primera causa prevenible de discapacidad en países de América Latina.
Como explica la Dra. Carmen Ramos, médico internista y jefa del PROA (Programa de optimización de uso de antimicrobianos) en el Hospital Vithas Málaga, en España no tenemos datos muy precisos, pero sí se sabe que hay unos 50.000 casos al año y que se trata de una enfermedad muy infradiagnosticada.
Que una sepsis se cure o no, o deje más o menos secuelas depende de muchos factores, pero, sobre todo de un diagnóstico y tratamiento precoces, algo que no siempre es fácil.
Causas y factores de riesgo
La sepsis comienza con una infección en alguna parte del cuerpo, como los pulmones, el abdomen o el tracto urinario. Las bacterias son las causantes más comunes, pero también pueden estar involucrados virus, hongos y parásitos.
Cuando una infección se disemina, el cuerpo libera una gran cantidad de sustancias químicas en el torrente sanguíneo. Esto desencadena una reacción en cadena que puede llevar a la inflamación severa, la coagulación intravascular diseminada y el fallo de los órganos.
Los factores de riesgo para desarrollar sepsis incluyen
1. Edad Avanzada: Los ancianos tienen un sistema inmunitario menos eficiente y son más susceptibles a las infecciones graves.
2. Enfermedades Crónicas: Enfermedades como la diabetes, la insuficiencia renal y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) pueden debilitar el sistema inmunitario y aumentar el riesgo de sepsis.
3. Inmunodepresión: Las personas con sistemas inmunitarios comprometidos, ya sea por enfermedades como el VIH o por medicamentos inmunosupresores, tienen un riesgo más alto.
4. Intervenciones Médicas: Procedimientos invasivos, como cirugías o la inserción de catéteres, pueden proporcionar una vía para que las bacterias entren en el cuerpo.
5. Traumatismos: Lesiones severas pueden aumentar el riesgo de infecciones y, en consecuencia, de sepsis.
Síntomas y diagnóstico
Los síntomas de la sepsis pueden variar dependiendo de la gravedad de la enfermedad, pero a menudo incluyen fiebre, escalofríos, frecuencia cardíaca rápida, respiración acelerada, confusión o desorientación, y una presión arterial baja. A medida que la sepsis progresa, puede llevar a un shock séptico, una forma grave en la que la presión arterial baja peligrosamente y los órganos comienzan a fallar.
El diagnóstico de la sepsis se basa en una combinación de síntomas clínicos y pruebas de laboratorio. Los médicos pueden realizar análisis de sangre para identificar la presencia de infecciones y la respuesta inflamatoria del cuerpo. También pueden utilizar imágenes, como radiografías o tomografías computarizadas, para localizar el foco de la infección. La evaluación rápida es crucial, ya que el tratamiento oportuno es esencial para mejorar los resultados y reducir la mortalidad.
Tratamiento y prevención
El tratamiento de la sepsis implica una combinación de antibióticos para combatir la infección, fluidos intravenosos para mantener la presión arterial, y medicamentos para estabilizar la función cardiovascular. En casos graves, puede ser necesario el soporte con oxígeno o la intervención quirúrgica para eliminar la fuente de la infección.
La prevención de la sepsis se centra en reducir el riesgo de infecciones y gestionar adecuadamente las condiciones médicas preexistentes. Es importante practicar una buena higiene, recibir vacunas recomendadas y buscar atención médica inmediata si se presenta una infección severa. Reconocer los signos de la sepsis y actuar rápidamente puede marcar la diferencia entre la recuperación y consecuencias graves.
Aproximadamente, como explica la Dra. Carmen Ramos, "una sexta parte de los las personas que sobreviven a una sepsis experimentará una discapacidad física grave, persistente o un deterioro cognitivo y un tercio muere durante el año siguiente". No está muy claro el porqué, pero el haber tenido una sepsis incrementa, además, el riesgo de tener reingresos por sepsis y admisiones recurrentes en el hospital, "la mayoría de las muertes van a ocurrir en los primeros seis meses después de la sepsis, pero el riesgo parece permanecer elevado durante dos años. No solamente reingresan por sepsis, pueden ingresar por otro diagnóstico, como insuficiencia cardíaca, ictus, infarto...".
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