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Hace unas semanas saltaba en la mayoría de los medios de comunicación, que Suecia había declarado el sexo como deporte y que pronto tendría lugar en el país un Campeonato Mundial de Sexo. Sin lugar a dudas esta noticia llamó poderosamente la atención y suscitó muchas dudas sobre cómo entendemos nuestra sexualidad a nivel social y cómo podría llegar a impactar esta decisión política en la sociedad.
Definir la sexualidad no siempre ha sido fácil. El ser humano se ha encontrado con algunos escollos para hacerlo de forma natural, sobre todo el de la opresión, la vergüenza o innumerables tabús. Sin embargo, en la última década estamos viviendo una liberación sexual que nos permite explorar esta parte de nosotros mismo, tanto que incluso ha podido llegar a ser comparada con el deporte.
¿La sexualidad podría incluir el aspecto del deporte?
Aunque finalmente el Campeonato de Sexo no llegó a celebrarse por complicaciones en la organización del evento, lo cierto es que ha abierto una amplia ventada para el debate sobre si el sexo puede desligarse absolutamente de la intimidad y llegar a convertirse en un deporte como otro cualquiera. Para hablar más sobre esto, hemos acudido a Cecilia Bizzotto, sexóloga y portavoz de JOYClub, para que nos de su visión profesional sobre el tema:
¿Es bueno convertir el sexo en un deporte y, por tanto, una competición?
A mi juicio no es bueno ya que creo que lo que necesitamos es encorsetar lo mínimo posible nuestra sexualidad. Venimos de una sociedad donde se nos ha educado a que el sexo tiene que adquirir una forma muy concreta: reproductiva y no recreativa, coitocentrista, falocentrista y orgasmocentrista. ¡Ah! Y el único sexo “válido” o “real” es el heterosexual, desde luego, y siempre haciendo las prácticas sexuales concretas que nos dicen que están bien, como por ejemplo el misionero.
Todo lo que se saliera de esa norma ha estado mal visto durante muchos años y lo que precisamente estamos haciendo es deconstruir la idea de que el sexo es sólo una cosa. Lo que queremos es que cada cual sea libre de construir su propia identidad sexual y disfrutar del placer a su manera. Así que, catalogarlo como deporte y crear competencias donde unos “lo hacen mejor” y se ajustan más a los cánones impuestos por unos pocos, creo que es exactamente lo contrario.
Por otro lado, veo que los representantes de los países serian actores y actrices porno y me pregunto si estas personas van a representar la realidad de lo que es el sexo. Creo que las performers no necesariamente tienen una visión más real de la sexualidad, sino quizá más performativa.
Al igual que cualquier otro deporte, si entendemos el sexo como una forma más de ejercicio, ¿va a cambiar la forma en la que mantendremos relaciones sexuales?
Es nuevamente lo mismo: ¿Es que ahora vamos a tener sexo para quemar calorías? ¿Para machacarnos los abdominales? ¿Vamos a hacer sólo aquellas posturas que nos trabajen los cuádriceps? ¡Es absurdo! Nuestra sociedad occidental está absolutamente obsesionada con la cultura de la dieta, somos terriblemente gordofóbicas y una de las mayores perversiones es la imposición de cánones de belleza normativos. ¿Esto lo vamos a llevar también al sexo?
El placer no es para quemar calorías ni para tonificar los músculos. El placer es una forma de expresión y de conexión con una misma y con otros, el sexo es amor y libertad.
¿Puede este tipo de campeonato romper tabúes y prejuicios respecto al sexo y abrir más nuestra mente? ¿Nos ayudará a conocer mejor nuestro cuerpo?
Con todo lo dicho anteriormente no quiero decir que toda la propuesta del Campeonato del Sexo sea mala. También me lo imagino como una especie de Salón Erótico, que tiene sus puntos positivos y negativos. En el caso del Salón Ertótico de Barcelona, fue un buen lugar para acudir a talleres sobre sexualidad, para aprender y descubrir cosas nuevas… Este tipo de eventos ponen sobre la mesa algo que siempre es tabú, el sexo.
Ahora bien, es la parte de la competitividad y de que unos jueces estén valorando y poniendo notas, lo que me parece mal. Me pregunto si eventos como este ayudan a que la sexualidad sea vista de forma sana, a incentivar el autoconocimiento y la naturalización de todas las opciones… o todo lo contrario. El tiempo lo dirá.
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