¡Devolvamos su sitio al empresario!

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30/01/2020 - 13:27
Empresario

Lectura fácil

Este país ha caído sin darse cuenta en una guerra sociológica entre trabajadores y empresarios. Esta guerra ha llegado tan lejos, que a día de hoy existe cierto odio y rencor hacia los segundos, que la están perdiendo claramente.

Parece tan absurdo que es difícil de creer

No hay más que ver las diferentes reacciones que se han publicado en las redes tras la subida del SMI, con acaloradas discusiones entre personas que defienden al empleado frente al empleador y viceversa.

Una mención muy viral fue la del hermano de nuestro ministro de consumo, Eduardo Garzón, que dijo literalmente lo siguiente; “que los empresarios tengan que pagar unos pocos euros más no va a hacer que necesiten despedir a trabajadores, porque sin ellos el negocio no puede salir adelante".

En primer lugar, decir a los lectores, que esos pocos euros más de los que habla Garzón se traducen en 970 euros anuales más de coste laboral por cada trabajador (según la CEOE). Y, en segundo lugar, recordemos también que el 97% de las empresas del país son PYMES que facturan menos de 2 millones de euros anuales.

Empezamos a vislumbrar rápidamente que impacto sí hay, otra cosa es que se quiera maquillar con demagogia. Y el hecho de que se pueda maquillar y hacer verborrea tan barata con este tema es porque la sociedad no sabe lo brutalmente difícil que es emprender y crear trabajo y riqueza. Imaginamos con mucha seguridad que el bueno de Eduardo no ha emprendido en su vida, pero el problema es que una gran mayoría de españoles tampoco. Y esto nos lleva a una situación durísima e insostenible en el tiempo: Existen pocos empresarios (que además están demonizados) frente a una gran y exigente cantidad de empleados.

Ya sabemos que el Estado español no se caracteriza ni se ha caracterizado nunca por apoyar el emprendimiento. Es fácil darse cuenta si observas toda la clase de barreras, costes, torturas fiscales, burocracia y licencias que existen y que lo que hacen es perjudicar la productividad y fomentar la ineficiencia. Hoy en día es una heroicidad y un absoluto logro poder contratar a gente, cuando debería ser exactamente al revés.

Este país y sus diferentes gobiernos se equivocan cuando centran sus políticas en proteger al empleado en detrimento del empresario. Se equivocan rotundamente ya que de nada vale proteger a un trabajador si no hay trabajo. Llevamos años edificando la casa por el tejado y tratando de construir un mercado laboral sano en el orden erróneo.

Fomentemos y apoyemos la creación de proyectos, el emprendimiento, el desarrollo, creemos así empleo y veréis como una vez haya trabajo pleno, llegan las buenas condiciones para los empleados. Pero no se puede hacer al revés, priorizar al trabajador sobre el empresario cuando tenemos un mercado laboral con un 15% de paro. Es una atrocidad económica, pero evidentemente hay mucho mas voto dentro del sector trabajador que dentro del sector empresario.

Y estas medidas políticas, arraigadas en lo más profundo del Estado, crean inconscientemente una mentalidad en la sociedad de tremenda aversión al riesgo. Y cada política nueva que endurezca todavía más la posibilidad de emprender o gestionar proyectos, será una losa más para las nuevas generaciones, que ven ya la palabra emprender como un suicidio laboral.

Tenemos que cambiar de filosofía, tenemos que volver a instaurar en la raíz del país la idea de crear y desarrollar, no la “tesis del funcionario”, donde queremos que nos lo dejen todo hecho y con seguridad. Decía un escritor, no recuerdo su nombre, que solo hay una droga peor que la heroína, y es el salario. Tenemos un miedo tan grande a la incertidumbre que hacemos lo que sea por un salario fijo, y lo peor, nos volvemos completamente adictos a él.

Afortunadamente, esta raíz no está extendida por todo el mundo. Por ejemplo, en Estados Unidos, la filosofía es exactamente la contraria. Allí existe una actitud mucho más valiente hacia el riesgo y el emprendimiento, ya que no existe tanta traba fiscal o burocrática por parte del Estado. Allí el empresario no es un villano, sino un héroe. ¿Os imagináis insultos y difamaciones a Steve Jobs como se hace aquí con Amancio Ortega?

La filosofía es completamente opuesta y luego nos preguntaremos porqué esas diferencias de desempleo entre ambos países. ¿Cuántos grandes proyectos habremos perdido en España por ese gravamen al riesgo y al emprendimiento? ¿Algún unicornio como Google, Microsoft, Netflix? Nunca sabremos si tanto, pero es evidente que muchas ideas se han quedado por el camino por esa errónea y nociva demonización hacia el empresario.

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