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Hace justo una semana que dos terremotos de 7,8 y 7,5 de magnitud sacudieron el sureste de Turquía y el norte de Siria. Los epicentros de ambos terremotos han sido en territorio turco, a 600 kilómetros al sureste de Ankara, la capital, y a unos 100 kilómetros al norte de Alepo (Siria). Esta es una de las zonas más activas en terremotos del planeta, donde convergen la placa tectónica de Anatolia y la arábiga.
Los efectos de los terremotos en Turquía y Siria han causado más de 39.000 muertes, una cifra que, muy posiblemente, va a seguir aumentando en los próximos días. Además de afectar el sureste de Turquía y el norte de Siria, la potencia de las sacudidas se ha notado en 14 países vecinos, como Irak, Líbano, Israel, Chipre o Jordania entre otros.
"Es una catástrofe, la catástrofe del siglo", ha resumido este domingo el vicepresidente turco, Fuat Oktay.
Decenas de ciudades de Turquía y Siria han visto cómo sus edificios e infraestructuras se desmoronaban por los seísmos
En el caso de Turquía, la zona afectada por el terremoto abarca más de 100.000 kilómetros cuadrados y alberga aproximadamente 10 millones de personas, casi la población de todo Portugal. Unas 148.000 personas han sido desalojadas de las diez provincias afectadas y otras 233.000 trabajan en las labores de rescate con más de 12.000 vehículos y maquinaria, según los datos facilitados por las autoridades.
A ellos se han unido durante esta semana los voluntarios extranjeros, casi 10.000 personas llegadas de otros países para ayudar en los rescates, entre ellos varios equipos españoles de sanitarios, bomberos y militares.
Pero este fin de semana, el Gobierno turco ya ha dado por terminados los trabajos en algunas provincias para empezar ya con la reconstrucción, mientras que algunos de estos grupos de rescate de varios países, entre ellos varias ONG españolas, han empezado a regresar a su lugar de origen.
Algunos de estos voluntarios achacan a una "falta de organización" por parte de las autoridades turcas para poder aprovechar mejor los recursos de que disponen, así como a la decisión de demoler con maquinaria los edificios, dando por muertas a las personas que hubieran podido quedar atrapadas.
Peor situación reviste Siria
Tras los terremotos en Turquía y Siria, no ha sido hasta este domingo cuando ha entrado un convoy humanitario europeo. El primer país en hacerlo ha sido Italia, que ha enviado cargamento para los afectados por los terremotos a través de la frontera terrestre de Siria con el Líbano.
La ministra de Defensa, Margarita Robles, se lamentaba este sábado por "no poder extender la misión en Siria", ya que es "complicado".
Turquía ha ido implementando medidas para mejorar su preparación y respuesta ante terremotos en los últimos años, incluyendo la construcción de edificios resistentes. Sin embargo, no todo el parque inmobiliario ha sido actualizado y la falta de inspecciones permite que algunos constructores ignoren las normativas.
Cientos de miles de personas han salido de sus casas por el peligro de que puedan derrumbarse, o porque su casa es ahora un montón de escombros. Las zonas más afectadas han sido las cercanas a los epicentros, como Gaziantep o Kahramanmaras, así como otras localidades más alejadas que han experimentado fuertes réplicas.
En los últimos cien años se han registrado nueve terremotos de una magnitud de más de 7,5 en toda la península de Anatolia y este de Europa, sumando cerca de 50 seísmos de una magnitud igual o superior a 7.
Los dos grandes movimientos sísmicos que sacudieron la región el lunes son los más fuertes registrados desde el gran terremoto de Erzincan en 1939, de magnitud 7,8, que dejó cerca de 30.000 fallecidos en el país.
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