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Un total de 190 mujeres menores de 21 años llevan un dispositivo telemático de protección a las víctimas de violencia machista y se encuentran vigiladas las 24 horas del día por riesgo alto para sus vidas, según detalla el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género.
Es necesaria la colaboración de los profesionales de la educación para prevenir crímenes machistas entre los más jóvenes. Son ellas quienes sufren de forma más dramática el aislamiento, pues temen tanto al agresor como la reacción de sus progenitores y sienten vergüenza a reconocerse como víctimas.
Un total de 45 menores de 21 años han sido asesinadas por sus parejas o exparejas desde 2003, año en el que se empezaron a contabilizar las víctimas mortales (el 4 % del total de fallecidas) y la edad media de las víctimas es de 18 años.
Solo una de cada cuatro víctimas había presentado denuncia por violencia machista contra su agresor
El 22 % de las asesinadas eran madres, con lo que doce menores de edad quedaron huérfanos.
En ninguno de los casos había existido vínculo matrimonial entre la víctima y el agresor, pero sí una relación afectiva, en el 33,3 % de los casos, el asesino era el ex novio de la víctima y en el 15,6 %, era su expareja.
Tras el crimen, en el 20,5 % de los casos el agresor se quitó la vida, una ratio muy próxima a la general de todos los casos de muertes por violencia de género, que es del 21,7 %.
En la mayor parte de los casos (65,9 %), el hombre fue detenido y en el 11,4 %, se entregó. Un 2,3 % de ellos intentó suicidarse sin lograrlo.
Estas cifras nos ponen la piel de gallina
La violencia machista es un problema que la propia Organización de Naciones Unidas define como “una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual sobre la que apenas se informa debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas”.
Podríamos afirmar que es pandemia que afecta a millones de mujeres (concretamente, a una de cada tres) en todo el mundo y al que en absoluto son ajenas, aunque a veces sean invisibles, las mujeres que son adolescentes o mayores.
La violencia machista psicológica y de control, por tanto, es la que sufren con más frecuencia las adolescentes. Sus parejas les dicen qué pueden o no pueden hacer, controlan sus horarios, impiden que vean amigos o familiares o deciden cómo tienen que vestirse. Además, es muy frecuente que el control se ejerza a través de las redes sociales.
A día de hoy de que las familias y los educadores pueden ayudar a que las chicas jóvenes identifiquen que esas actitudes que son reprobables y denunciables: Pueden aprender que eso no es amor, es violencia machista.
Es importante difundir, a través de la educación, cuáles son los primeros signos del maltrato, de qué forma hay que acabar con el círculo de la violencia. Se dan muchas veces casos en los que estas jóvenes no dan ese paso o tardan mucho en hacerlo.
Las víctimas por violencia machista tienen a su disposición el número 016, que es gratuito y no deja rastro en la factura telefónica, para pedir ayuda. También pueden consultar la página del Ministerio de Igualdad para conseguir toda la información que necesiten.
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