El 99 % de las víctimas de bullying se cambian de centro escolar al volver al cole

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09/09/2024 - 10:00
Un estudiante de un instituto de Alicante por los pasillos del centro.

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Recogiendo el testimonio del periódico Levante El Mercantil Valenciano, Irene, una niña de once años, está dando un importante paso hacia una nueva etapa en su vida al comenzar en un nuevo instituto, después de haber soportado dos años de intenso bullying en su antigua escuela.

Durante ese tiempo, Irene fue víctima de insultos, agresiones físicas y humillaciones en los baños del colegio. A pesar de su esfuerzo por adaptarse y encontrar un lugar en el que se sintiera segura, el acoso continuó. Ahora, al cambiarse de centro, ha podido expresar a su madre su alegría por haber hecho nuevas amigas y sentirse finalmente feliz en su entorno escolar. Sin embargo, esta experiencia ha puesto de manifiesto un problema más profundo y generalizado en el sistema educativo.

El cambio de Irene no solo ha sido una solución personal, sino que también revela una serie de problemas institucionales. Aunque Irene ha podido dejar atrás el entorno hostil, sus agresoras continúan en el antiguo colegio, y el equipo directivo ha cerrado el caso sin tomar medidas adicionales. Mar, la madre de Irene, se muestra preocupada por la falta de acción hacia las agresoras. "No se puede cerrar el caso como si no hubiera pasado nada. Es esencial trabajar con las acosadoras para cambiar su comportamiento y evitar que continúen haciendo daño a otros", explica Mar. Esta falta de intervención adecuada no solo afecta a las víctimas directas, sino que también deja a futuros estudiantes en riesgo de enfrentar situaciones similares.

Problemas sistémicos en los Centros Educativos Valencianos

El caso de Irene refleja una tendencia preocupante en los colegios e institutos de Valencia. Aunque existen protocolos establecidos para manejar el bullying, estos a menudo son ineficaces o se implementan de manera tardía. Salu Alarcón, representante de la organización Plántale Cara al Bullying, señala que, en muchos casos, la solución preferida por las instituciones educativas es que la víctima cambie de colegio, mientras que los agresores permanecen en el mismo centro. "Parece que la única consecuencia para la víctima es tener que cambiar de escuela, mientras que los agresores siguen sin ser responsabilizados", comenta Alarcón.

Este enfoque no solo es injusto para las víctimas, sino que también perpetúa el ciclo de acoso. Según datos del Departamento de Educación, el curso pasado se registraron 1.200 casos de violencia escolar en Valencia, con casi la mitad ocurriendo en Alicante. Estos casos no solo afectan a las víctimas a nivel emocional, sino que también tienen serias repercusiones en su salud mental. Un cuarto de los casos terminan en autolesiones y un 17 % en amenazas de suicidio, lo que subraya la gravedad de la situación. Para abordar estos problemas, el Consell de Educación ha tomado medidas significativas, como la incorporación de 400 orientadores educativos para reducir las ratios en los institutos y la implementación de un plan de salud mental que incluirá psicólogos en las aulas.

Consecuencias a largo plazo y respuestas institucionales

El impacto del bullying va más allá de las heridas físicas, afectando profundamente la salud mental y el bienestar emocional de las víctimas. En el caso de Irene, el acoso escolar no solo le causó dolor físico, sino que también deterioró su autoestima y su capacidad para relacionarse con los demás. Su madre recuerda cómo Irene pasó largos períodos de tiempo sola y experimentó problemas de salud recurrentes debido al estrés y la ansiedad provocados por el bullying. La experiencia de Irene destaca la necesidad de una intervención más efectiva por parte de las instituciones educativas.

La respuesta institucional a los casos de bullying ha demostrado ser insuficiente en muchos casos. La Inspección educativa, que debería intervenir para resolver estos problemas, a menudo recomienda el cambio de colegio para la víctima en lugar de abordar adecuadamente el comportamiento de los agresores. Este enfoque refleja una falta de compromiso para enfrentar el problema de manera integral y efectiva. Además, la reciente actualización del protocolo de actuación, que incluye la formación de equipos de intervención y la incorporación de expertos en conducta, es un paso positivo, pero aún queda mucho por hacer.

El Consell de Educación, junto con los Departamentos de Sanidad y Servicios Sociales, debe continuar fortaleciendo sus esfuerzos para abordar el bullying de manera más eficaz y garantizar que tanto las víctimas como los agresores reciban el apoyo y la intervención necesarios para prevenir futuros casos de acoso escolar.

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