Más allá de la obsolescencia programada, tus Apps también la generan

Seguramente hayas escuchado hablar sobre la famosa obsolescencia programada, esa 'fecha de caducidad' que se le todos los dispositivos electrónicos que se vienen fabricando durante esta última década. Existen diversos argumentos que justifican estas prácticas, como el de mantener el sistema de producción y consumo activo, la resistencia de las baterías, o como el hecho de que cada vez se fabrican con materiales menos resistentes para abaratar costes.

Pero en algunos casos, no solo es esta obsolescencia programada la que hace que nuestros dispositivos no rinda de la misma forma que lo hacían al principio o que se vayan desgastando. Nuestras redes sociales y otras aplicaciones móviles, juegan un papel importante en este proceso de deterioro. Con un desarrollo cada vez más veloz de la tecnología, muchas veces nuestros terminales no son capaces de gestionar el nivel de programación moderno.

La obsolescencia interna

¿Recuerdas cuantas actualizaciones de software has realizado desde que tienes tu terminal móvil? ¿o las versiones que has ido teniendo de WhatsApp o Instagram?, seguramente recuerdes menos de las que has hecho, y eso se debe a que los desarrolladores no dejan de investigar para generar mejoras en las aplicaciones y nuevas herramientas, sobre todo de seguridad. Sin embargo esta carrera a veces es insostenible por los circuitos internos de nuestros aparatos, provocando así una obsolescencia que va más allá de la que esta 'programada'.

Pero no solo son las capacidades internar, también la capacidad de almacenamiento juega un papel clave en este asunto. Cada actualización, cada mejora, se come memoria de nuestro dispositivo, lo que hace que no sea capaz de atender a todas las demandas que van generando estas nuevas aplicaciones. Aunque no son las únicas. También la conectividad genera obsolescencia. ¿Te suena el 5G? hace relativamente poco seguíamos viviendo la época dorada del 4G, ahora prácticamente desbancado, al menos en occidente y zonas de Asia.

¿Un modelo sostenible?

Está claro que ponerle una fecha de caducidad a un dispositivo electrónico no resulta muy sostenible que digamos, principalmente por los materiales con los que se fabrican. La mayoría de estos materiales no pueden reciclarse o es demasiado costoso y difícil de hacer. Por este motivo, la obsolescencia programada ha sido muy criticada e incluso prohibida. Sin embargo, existen formas de seguir generando esta 'caducidad', como la antes mencionada.

Frente a este tipo de modelos principalmente centrados en la producción constante y mantener el consumo, surgen otras propuestas para la reutilización de terminales que en muchas ocasiones se encuentran en perfecto estado, pero que han pasado de moda o han sufrido este efecto de obsolescencia. Reducir nuestro impacto medioambiental es prioritario en estos momentos, al igual que aprender a realizar una producción y consumo más sostenibles. Pero, ¿estarán las grandes compañías dispuestas a cambiar su modelo? ¿nos adaptaremos a dispositivos más longevos sin priorizar la moda?