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El 20 de marzo de cada año se celebra el Día Internacional de la Felicidad. La idea original surgió del Reino de Bután en la región del Himalaya. Allí la población es considerada por muchos como una de las más felices del mundo debido al enfoque holístico de la vida y a la importancia que se le da al bienestar de las personas y las comunidades, así como a la riqueza material. En Bután consideran más importante la Felicidad que el Producto Interior Bruto.
Gracias a la observación de este fenómeno, el 28 de junio de 2012, la ONU, a través de su Asamblea General con la Resolución 66/281 proclamó el día 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad, con el objetivo de reconocer la importancia del bienestar y la felicidad en la humanidad y la necesidad de que tomen relevancia como objetivos en las políticas de gobierno
Marta Bustos Sepúlveda.
Enfermera y Máster en Neuro-felicidad y capacitación docente en neurociencia
20 de marzo, Día Internacional de la Felicidad
En este día, reflexionamos con Marta sobre la Felicidad, el optimismo en el marco de la crisis que nos está tocando vivir.
Hay otro tipo de felicidad que está relacionada con valores. Salir y dar los aplausos a las 20 horas, es una forma de reconocer el trabajo tan intenso que se está haciendo en estos días desde diversos sectores profesionales: sanitarios, cuerpos y fuerzas de seguridad, trabajadores de supermercados, transportistas...
Desde el otro lado, se ve cómo el reconocimiento al esfuerzo titánico que se está haciendo, por ejemplo, desde el ámbito sanitario, y desde el punto de vista de la ciudadanía que ve la vida desde la ventana durante esta crisis. Esto recuerda que estamos ahí para ofrecer, aunque sea un aplauso, explica Marta.
Nos damos cuenta que en estos días estamos viviendo momentos de felicidad por detalles sencillos o pequeñitos: una llamada o mensaje de whatsapp de alguien que nos pregunta cómo estamos o cómo estamos viviendo el confinamiento. Esto tipo de asuntos nos hacen felices en un momento donde antes eran normales y cotidianos, ¿qué curioso verdad?
“Hay que permitirse respirar y estar a gusto”, explica la experta. En una crisis como esta, parece que tenemos que sufrir. Y la cuestión es buscar esos espacios y momentos para ser felices.
Somos frágiles, indica Marta, y parece que no somos conscientes de que al igual que un día nacimos, otro, vamos a morir. Ser conscientes de esta fragilidad y vulnerabilidad, abrazar y abrazar estas dos cuestiones, nos permite aceptar y reconocer qué ocurre y valorar lo que tenemos. Parece que estamos cambiando mapas vitales, dice Bustos. Antes la felicidad era comprarse un pantalón o irse de viaje. La experta hace referencia a cómo los parámetros pueden cambiar con esta situación que vivimos. Explica que: salir a la calle, respirar, sonreír a nuestro vecino… es un regalo.
En esta línea, ante la pregunta de que espera de la sociedad después de esta crisis, cree que es muy pronto aún. Hay muchos duelos en este momento y la gente no puede despedirse de sus seres queridos, esto se llama “duelo aplazado”. Por otro lado, en este momento, ya no hay besos, abrazos ni apretones de manos. Explica que estamos viviendo una serie de procesos que nos harán mirar adelante y seguir avanzando. Marta piensa que debemos parar y darnos tiempo para “abrazar el dolor”. Quizá haya que despedirse de las personas de otra manera, no como la actual, y por ello, pensar y recordar, Marta lo ve como una acción a tener en cuenta.
La conversación con Marta Bustos continúa y en un momento me dice, “te voy a contar el caso de mi abuela: “¿Tienes miedo abuela?” (ella tiene más de 90 años), y esta fue su respuesta: “He vivido una guerra, una postguerra, y la vida siempre sigue”. La vida tiene sus tristezas, sus alegrías, y esta situación nos llevará a un registro más humano, podrá ser un cambio de valores.
Abrazar esta vulnerabilidad. Ser feliz es gestionar las emociones: el miedo y la tristeza. Y no pasa nada por llorar, indica Bustos. Hay personas que se esconden cuando lloran. En este momento es posible que estemos diciendo adiós a nuestro estado del bienestar, indica. Y esto, debe ser gestionado de una forma apropiada, debemos aprender a hacerlo. La tristeza, está “diseñada para decir adiós a algo o alguien”, por lo que es normal que lloremos, expresa. El miedo, por ejemplo, tiene dos facetas, por un lado, nos bloquea, “¿qué hago?”, y la otra, es un miedo caliente, poco reflexivo: lo que estamos teniendo ahora es “mucha tristeza”, es una emoción de temperatura muy fría, que nos deja abrazados con nosotros y nos prepara para gestionar despedidas, decir adiós a algo o alguien. Es bueno reconocer que “estoy triste y que necesito llorar”, es positivo por tanto desahogar lo que tenemos dentro.
Con el miedo, al ser una emoción más racional surgen los “y sí...”: “¿y si me pasa esto… o lo otro?”. Tenemos que decir: “Vale, qué certeza tengo de que pase esto ahora mismo”. Es bueno parar la cabeza ante el “bombardeo de información sobre coronavirus que estamos teniendo”.
Optimismo es el movimiento vecinal que estamos viviendo: los aplausos, la gente que hace música desde su balcón… y sobre la felicidad, dicen muchos estudios que cuanto mayor sea tu red social y más nutritiva sea, cuanto más apoyo tengamos, más felices somos.
Al salir a la calle, estamos teniendo gestos que hace mucho no fomentábamos, “una sonrisa con la cajera, un “gracias por tu trabajo”, preguntamos al vecino si necesita algo… miradas y gestos profundos con la gente, explica Bustos sobre este aspecto fundamental de la felicidad que también creamos.
Sobre el optimismo, tenemos la definición clásica de ver el vaso medio lleno o medio vacío. Aunque a veces nos "venden" que todo debe estar bien, y eso no es realista, “no todo tiene que estar siempre bien”, explica la experta. Ser optimista: es ser consciente de qué situación tengo ante mí y qué herramientas tengo yo para hacer frente a esta situación. Siendo honestos con esta situación, debemos entender que siempre habrá varias versiones sobre cómo vemos la realidad. Es momento de actuar de forma honesta e inteligentemente optimista ante lo que viene y lo que está por llegar.
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