Los jóvenes encuestados tienen claro que para detenerlo hay que unirse y decirle al agresor que pare (79,2 %) o decírselo a un profesor o adulto (77,8 %).
El confinamiento ha trasladado el acoso escolar a las redes, lo que intensifica el sufrimiento de quienes lo padecen, al extenderlo más allá del grupo íntimo.