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Animales como las hormigas recolectoras, murciélagos vampiro, peces lebistes y mandriles ya practicaban intuitivamente la distancia social cuando uno de los suyos enfermaba, mucho antes de que los humanos empezáramos a hacerlo por la pandemia de la Covid-19, según la nueva revisión de un estudio publicada recientemente en la revista Science.
Los animales también practican el distanciamiento social al enfermar
El distanciamiento social llegó a nuestras vidas en marzo de 2020 para frenar la pandemia de la Covid-19, desde entonces lo vivimos a diario, pero ese cambio en el comportamiento para limitar las interacciones y ralentizar la propagación de enfermedades infecciosas es también común en el mundo animal.
En esta línea, muchos animales no humanos, desde insectos hasta aves, exhiben cambios de comportamiento inducidos por patógenos para evitar la transmisión de enfermedades en sus grupos sociales.
Al respecto, Dana Hawley, profesora de ciencias biológicas en la Facultad de Ciencias de Virginia Tech (Estados Unidos), ha apuntado que "mirar a los animales no humanos puede decirnos algo sobre lo que tenemos que hacer como sociedad para que los individuos puedan comportarse de manera que cuando están enfermos se protegen tanto a sí mismos como a la sociedad en su conjunto".
El ser humano se siente letárgico cuando enferma
Hawley ha añadido que “permanecer en casa y limitar las interacciones con los demás es una respuesta conductual intuitiva cuando nos sentimos enfermos -y la vemos en muchos tipos de animales en la naturaleza-, pero los seres humanos a menudo suprimen este instinto a un gran coste potencial para nosotros y nuestras comunidades, debido a las presiones para seguir trabajando o asistiendo a clases incluso mientras están enfermos".
Asimismo, cuando un ser humano enferma, se siente letárgico y puede no contar con la suficiente energía para levantarse de la cama o estar con los amigos. Hawley y sus colegas denominan esta conducta como “distanciamiento social pasivo”, algo también observado en especies no humanas.
Por su parte, los murciélagos vampiro, que se alimentan únicamente de la sangre de otros animales, han sido bien estudiados porque son altamente sociales, en comparación con sus parientes de murciélagos que comen frutas e insectos. Dado que la sangre no es nutricional y difícil de encontrar la mayoría de los días, estos animales forman fuertes lazos sociales compartiendo alimentos o aseándose unos a otros.
Algunas especies se han adaptado a abandonar sus grupos cuando se sienten enfermas
Los investigadores inyectaron a murciélagos un pequeño trozo de membrana celular de una batería conocida como lipopolisacárido, una sustancia inofensiva que desencadena una respuesta inmune y comportamientos propios de tener una enfermedad, como disminución de la actividad y del aseo personal, sin que estén expuestos realmente a un patógeno.
"El distanciamiento social pasivo en murciélagos vampiros es un 'subproducto' del comportamiento de la enfermedad", ha apuntado Sebastian Stockmaier, que dirigió la revisión científica mientras era doctorando en la Universidad de Texas en Austin (Estados Unidos) y ha añadido que “hemos visto que este letargo reduce el contacto con los demás y que los murciélagos vampiros enfermos se acicalan menos".
Los mandriles también exhiben comportamientos de aseo para mantener sus vínculos sociales, así como su higiene. Sin embargo, estos primates altamente sociales son estratégicos sobre sus comportamientos de distanciamiento social.
Hacer todo por el bien mayor de la colmena
Por otro lado, muchos tipos de hormigas practican una forma de distanciamiento social activo. En el transcurso de la evolución, algunas especies de hormigas se han adaptado para abandonar sus apretados cuando se sienten enfermas. Incluso, el sacrificio del individuo infectado es visto como un acto de bien público para proteger al resto.
Las abejas son otro grupo de insectos sociales cuyo objetivo principal es hacer todo por el bien mayor de la colmena y su reina. Cuando se detectan individuos infectados dentro de la colmena, las abejas sanas no tienen más remedio que excluir a las contagiadas, llegando incluso a expulsarlas agresivamente de la colmena.
Por su parte, las langostas espinosas del Caribe que están sanas reducen el riesgo de contraer o transmitir un virus abandonando a su guarida cuando detectan a un miembro del grupo infectado, aun a riesgo de exponerse a depredadores mortales en el océano abierto, pero les vale la pena para evitar un virus altamente letal.
Comportamientos para protegernos y no enfermar
Hawley ha agregado que "la Covid-19 realmente ha destacado las muchas maneras en que usamos el comportamiento para lidiar con la enfermedad. Creo que todos hemos utilizado inconscientemente este tipo de comportamientos a lo largo de nuestras vidas y sólo ahora está entrando en el foco lo importante que son estos comportamientos para protegernos y no enfermar”.
En este sentido, ha explicado que "si estás sentado en un avión y alguien a tu lado está tosiendo, es menos probable que quieras hablar con esa persona o puedes inclinarte hacia un lado de tu asiento. Hay tantas maneras en que estamos alterando nuestro comportamiento para minimizar el riesgo de enfermedad y lo hacemos todo el tiempo sin pensar porque está evolutivamente arraigado en nosotros".
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