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Madrid, 5 ene (EFE).- La fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz recopila en "Annie Leibovitz. Portraits 2005-2016" la historia de una década en la que su cámara ha captado a políticos, activistas, músicos, actores, además de objetos y paisajes que significan mucho para ella, imágenes con las que hace balance de una época.
Una obra, editada por Phaidon, que nace de la necesidad de "hacer una pausa para echar un vistazo" a toda una etapa de su carrera y recapitular.
"Se aprende mucho de la propia obra y al volver la vista atrás se descubre cómo seguir avanzando", un consejo que, comenta Leibovitz en las páginas del libro, le dio la directora de arte Bea Feitler y que no ha olvidado.
Una razón que le llevó a editar dos libros anteriores a este: el primero, "Photographs: Annie Leibovitz, 1970-1990", recogía los primeros veinte años de su trabajo y, más tarde, en "Vida de una fotógrafa: 1990-2005", incluía los años que pasó con su pareja, la escritora Susan Sontag.
Sin embargo, al hacer la selección del nuevo y extenso recopilatorio de esta década reciente no ha podido prescindir de imágenes anteriores como la de un relajado Leonard Cohen, repantigado en un sillón (2001) o la de una curvilínea Scarlett Johansson, fotografiada en el mítico Chateau Marmont de Los Ángeles (2004).
Entre las más recientes, la de la tenista Serena Williams embarazada; una de las más salvajes, la de Meryl Streep rodeada por la fuerza de las olas en Rhode Island, mientras que para terminar, como una metáfora sobre la autora, aparece Juana de Arco con una pira de fuego a su espalda, una imagen de arrojo y determinación de la cantante y actriz Jo Lampert.
Imágenes en las que Hollywood está muy presente y donde también aparece el que fuera uno de los puntales de la industria del cine, el ahora reprobado Harvey Weinstein. Una recopilación en la que tampoco faltan grandes deportistas, activistas por el medio ambiente o los derechos humanos.
"Mi objetivo es siempre el mismo, que mis retratos resistan el paso del tiempo", dice Leibovitz al explicar su cambio a las cámaras digitales. "Al principio me avergonzaba un poco, pero lo he aceptado", y argumenta que tal vez se deba a que siempre le ha interesado más el "contenido" que la técnica.
Reflexiva, autocrítica, en busca de la foto perfecta, de marcar un diálogo que va más allá del retrato, a la caza permanente de fotos con una fuerza que traspase, la misma que inunda el retrato de Judi Dench y Helen Mirren abordo de un coche a punto de emprender la huida.
"En el resultado de un disparo intervienen muchas circunstancias", apunta.
Prefiere que el escenario del retrato tenga que ver con el protagonista y huye del estudio si no es indispensable. "La localización es esencial en una imagen", asevera, una manera de decir mucho más del propio retratado de lo que se puede contar con palabras.
Las imágenes de Barack Obama son buen ejemplo de ello, las de inicio de su mandato y la de su último día en la Casa Blanca; o las de las soprano Renée Fleming, o la ya icónica de Rihanna, en puro rojo, en La Habana (Cuba).
Leibovitz no tenía decidido cómo empezar el libro, pero sí tenía muy claro cuál sería el broche final: "Terminaría con un retrato de Hillary Clinton en la Casa Blanca".
Imaginó el escenario, pensó en el escritorio, "pero Hillary perdió" las elecciones y concluyó que ese final pertenecía a "una visión del mundo que había estallado en mil pedazos".
Quizá por eso, resulta aún más significativa y reveladora una de las primeras fotografías de "Annie Leibovitz. Portraits 2005-2016" en la que aparece el actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y su esposa Melania.
Una imagen poco convencional, tomada en 2006, en el aeropuerto de Palm Beach (Florida), en la que Trump está sentado al volante de su Mercedes-Benz SLR McLaren plateado, con alas de gaviota, mientras la primera dama posa en las escaleras de un jet privado, embarazadísima de su hijo Barron, con un bikini dorado, luciendo una voluminosa figura en todo su esplendor.
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