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El buceo libre o apnea, una disciplina en la que los atletas descienden a profundidades extremas mientras contienen su respiración, ha estado ganando popularidad recientemente, y su vínculo con el mindfulness podría ser una de las razones detrás de este crecimiento.
A pesar de ser considerado un deporte duro, en el que los participantes en la apnea, deben aguantar la respiración mientras se sumergen en profundidades donde la presión es hasta 10 veces mayor que en la superficie, el buceo libre ha encontrado un nuevo público, en parte gracias al documental de Netflix "La inspiración más profunda".
A diferencia de deportes donde la adrenalina juega un papel central, en la apnea, la clave está en la relajación y la meditación. Los buceadores hablan de cómo enfrentar el océano con tranquilidad en lugar de luchar contra él. Según Ian Donald, instructor de buceo libre de Freedive UK, "si tratas de pelear contra el océano, vas a perder".
La experiencia de descender en el mar profundo
Descender en la apnea es una experiencia única. Los buceadores se preparan mentalmente, controlando su respiración y sumergiéndose en la relajación antes de iniciar su descenso. A medida que se adentran en el agua, deben luchar contra la flotabilidad y la presión, lo que hace que sus pulmones se compriman y su cuerpo adquiera una densidad similar a la del agua. A partir de ese punto, comienzan una caída libre en la oscuridad, una experiencia que describen como la mejor parte del viaje.
El buceo libre no solo es un desafío físico sino también mental. Requiere una conexión profunda con el mar y el momento presente. Los buceadores encuentran una sensación única de paz y unidad con la naturaleza durante sus inmersiones.
Historia y popularización de la apnea
A lo largo de la historia, el buceo a pulmón ha sido utilizado para la búsqueda de alimentos y recursos marinos. Diversas culturas, como las pescadoras de la isla Jeju en Corea del Sur o la comunidad Moken de Tailandia, han practicado esta habilidad durante generaciones. Incluso se ha descubierto que grupos como los Bajau en el sur de Asia han desarrollado órganos más grandes para contener más oxígeno en la sangre y bucear durante más tiempo.
La apnea se popularizó en Europa en el siglo XX, con récords cada vez más profundos. En 1976, el francés Jacques Mayol fue el primero en superar los 100 metros de profundidad, incorporando yoga y meditación en su práctica.
Aunque el buceo libre ha ganado atención, sigue siendo un deporte de nicho con poco apoyo financiero. A pesar de su inclusión en los Juegos Mundiales en 2023, aún no es considerado un deporte olímpico. Muchos buceadores deben entrenar y competir en su tiempo libre debido a la falta de patrocinio, lo que destaca la pasión y dedicación que impulsa a esta comunidad.
La pregunta de hasta qué profundidad puede llegar el cuerpo humano continúa siendo un enigma y un atractivo universal en el mundo de la apnea. A diferencia de las montañas, donde hay una cima definitiva, en el océano no hay un fondo definitivo, lo que mantiene viva la búsqueda de nuevos límites en las profundidades marinas.
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