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Los días lluviosos a menudo evocan melancolía, por lo que para algunos resultan tristes y para otros, fascinantes. Sin embargo, casi todos coinciden en que, si después de la lluvia aparece el sol y vemos un arcoíris en el cielo, esas emociones se transforman en alegría, ya que este fenómeno óptico y meteorológico suele arrancarnos una sonrisa.
Los arcoíris se forman cuando la luz se refracta a través de las gotas de lluvia en el aire, permitiéndonos ver sus hermosos colores. Sin embargo, no siempre podemos distinguir los siete colores que lo componen (rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta), sino solo los más intensos.
¿Dónde y cómo se forman los arcoíris?
Los arcoíris también pueden formarse en cualquier lugar donde haya humedad en el aire y la luz incida desde el ángulo correcto. En algunas regiones del mundo, la frecuencia y visibilidad de ellos son mayores. De hecho, la Sociedad Americana de Meteorología ha señalado a Hawái como el mejor lugar del planeta para observarlos.
Dado que la formación de este fenómeno óptico requiere el cumplimiento de múltiples condiciones específicas, como la presencia de humedad en el aire y un ángulo adecuado de incidencia de la luz, surge la pregunta de si estos fenómenos podrían verse afectados por el cambio climático.
¿Puede el cambio climático afectar la frecuencia y visibilidad de este fenómeno?
Sí, el cambio climático puede influir en la formación de arcoíris, pero no de la manera que la mayoría podría imaginar. En realidad, podría hacer que aparezcan con mayor frecuencia en ciertas regiones del mundo. Sin embargo, esto podría tener un efecto negativo sobre este fenómeno, que tradicionalmente se ha asociado con emociones positivas. A medida que comiencen a aparecer más frecuentemente durante lluvias intensas o fenómenos meteorológicos no deseados, su asociación con el mal tiempo podría cambiar la percepción positiva que normalmente evocan.
Así lo reflejó un estudio liderado por la científica Kimberly Carlson, quien se dedicó a investigar este fenómeno, que siempre le resultó fascinante, con el objetivo de analizar las posibles consecuencias de los cambios que está experimentando el mundo. En el estudio, del cual es la autora principal, se señala que es probable que los arco iris aumenten en algunas regiones, aunque en otras podrían disminuir su frecuencia.
La influencia de las diferentes regiones
Así, en regiones cercanas a los polos, como Alaska o Siberia, se prevé un aumento en la cantidad de lluvia, lo que podría resultar en más días de arcoíris al año. En contraste, áreas como el Mediterráneo, el sur de África y algunas regiones tropicales de Sudamérica están experimentando una creciente sequedad, según informa National Geographic, lo que llevaría a una disminución en el número de arco iris en estas zonas.
Aunque hay excepciones, en general, los cambios climáticos esperados indican un aumento en la frecuencia de los arco iris, con una estimación de entre cuatro y cinco días adicionales al año hasta 2100. Según Carlson, citada por la revista, "los modelos predicen un aumento significativo en los días de arcoíris en Rusia, Canadá, Alaska y en regiones de gran altitud, como la meseta del Himalaya".
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