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El área de distribución del oso pardo cantábrico alcanza actualmente unos 17.000 kilómetros cuadrados gracias a un reciente periodo de expansión tras pasar por una fase anterior de reducción de sus poblaciones.
Así se explica en un estudio llevado a cabo por un equipo de investigación de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que ha analizado la distribución de la población de oso pardo cantábrico desde los años 80 del pasado siglo hasta la actualidad. El estudio está publicado en la revista ‘Conservation Science and Practice’.
Entre el primer periodo analizado (1982-1992) y el segundo (1993-2002) se observa una reducción en la distribución del oso pardo en el área cantábrica. Esta etapa coincide con un número mínimo de individuos, señalado por otros estudios, y se alcanza también el área de distribución más reducido. Sin embargo, durante el tercer (2003-2012) y cuarto periodo (2013-2021) se registra una clara expansión de la población.
Los planes de recuperación para el oso pardo han dado sus frutos
Según el trabajo, la expansión actual del oso pardo se podría deber a los esfuerzos de protección de la especie a través de los planes de recuperación que los gobiernos de Cantabria, Castilla y León, Asturias y Galicia desarrollaron en la década de los 90 del pasado siglo.
Parece que el incremento en el número de individuos se traduce en el aumento del área de distribución, que, según los resultados, se da hacia las zonas disponibles que tienen un hábitat menos humanizado y están próximas a los núcleos de la población.
“El área delimitada en los planes de recuperación de la especie solo cubre alrededor del 50% del área de distribución actual. Esto pone de manifiesto la importancia de actualizar de manera dinámica estas herramientas de gestión para que se adecúen a una población que se encuentra actualmente en expansión”, afirma Manuel Díaz, investigador de la EBD-CSIC y autor principal del estudio.
Díaz añade: “Es posible que en esas zonas fuera del área delimitada por los planes se estén destinando menos recursos y personal para la vigilancia de la población de oso pardo, para mejoras en el hábitat o incluso para la prevención y la compensación satisfactoria de los posibles daños ocasionados por la especie en propiedades humanas como las colmenas, el ganado o los cultivos”.
A pesar de la buena noticia, hay que ser prudentes, porque sigue tratándose de una especie en peligro de extinción
Por otro lado, los investigadores han observado que, mientras el área de presencia del conjunto de la población ha aumentado de manera considerable desde los años 90 a la actualidad, las zonas con presencia de osas con crías se han mantenido estables en el tiempo.
“Esta información sobre el oso pardo abre nuevas vías de investigación y desde el punto de vista de la conservación nos hace ser prudentes sobre el futuro de la población, que sigue estando considerada en peligro de extinción”, indica Díaz.
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