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El oso pardo cantábrico hace dos décadas aproximadamente que se encontraba en peligro de extinción, y es que solamente contaba con 70 ejemplares de población.
Afortunadamente, la situación se ha revertido, pues ahora cuenta con más de 300 especies, que traspasan su cordillera, un reflejo del éxito de conservación que viene de la cooperación.
Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo, ha resaltado, al inaugurar la Casa del Oso del Parque de la Naturaleza de Cabárceno, el "esfuerzo de coordinación de las organizaciones de defensa de la naturaleza y las instituciones para que el oso cantábrico haya salido del peligro crítico de extinción y se haya recuperado".
Hace dos décadas que el oso pardo cantábrico se encontraba "al borde del abismo"
Ahora, a la espera de un nuevo censo realizado con metodologías genéticas que indique el número de animales que hay en la Cordillera Cantábrica, Palomero considera que habrá "bastantes más" que los 330 registrados en el último censo de 2018-2019, lo que resalta por la importancia de haber recuperado "entre todos" esta población única.
Asimismo, el presidente de la Fundación destaca que los ejemplares de oso pardo jóvenes están cruzando a Zamora e incluso llegando hasta Portugal.
Pero todo lo positivo trae consigo tintes negros, pues el aumento de la presencia de especies de oso pardo cantábrico preocupa tanto a la fundación como a las administraciones, ya que los avistamientos también se están dando cerca de poblaciones humanas.
Guillermo Palomero aboga por informar a las personas que hacen senderismo, bici de montaña o trail de que "están en el país de los osos" y que, además de esta especie, hay jabalíes con crías, mastines o toros.
De hecho, la Fundación Oso Pardo junto a cazadores, establecimientos de turismo rural y entidades de deportes al aire libre han publicado un documental de dibujos animales para recomendar lo que deben hacer a las personas que vayan al monte y si se encuentran a un oso por el camino.
Palomero advierte de que un oso es un animal salvaje y "no un peluche y que si se ve uno hay que intentar, sin gritar ni hacer aspavientos, decirle en voz clara pero sin miedo que debe irse".
La presencia de estas especies en los montes se celebra porque es sinónimo de "naturaleza plena y salvaje"
Pero para evitar que estas especies se acostumbre a comer en contenedores, es vital que se sigan protocolos de intervención con el fin de que no cojan esas manías.
Para ello, Palomero pide colaboración ciudadana, y que se avise a autoridades o a su fundación sobre la presencia de estos animales en contenedores de los pueblos.
Asimismo, explicaron que los que suelen acercarse a las poblaciones humanas suelen ser osas con crías o ejemplares jóvenes, porque bajan de los montes en busca de fruta fresca y porque los osos grandes les molestan, y no quieren hacer daño.
A pesar de la tranquilidad transmitida, pide estar atentos con la presencia de oso pardo, y alertar con el fin de mantener a cada especie en su hábitat.
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