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Las aves acuáticas desempeñan un papel esencial en la dispersión de semillas de malas hierbas y plantas nativas y exóticas entre distintos paisajes agrícolas y entre ecosistemas terrestres y acuáticos, lo que puede ocasionar impactos ambientales y económicos que habían pasado desapercibidos hasta ahora.
Esa es la principal conclusión de un equipo científico liderado por la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en un nuevo estudio publicado en la revista ‘Agriculture, Ecosystems & Environment’.
Para realizar esta investigación, el equipo seleccionó el ganso común como especie de estudio. Se trata de una especie cuya población está aumentando en el norte de Europa y que a menudo causa conflictos en la agricultura al reducir el rendimiento de los cultivos de cereales y pastos.
Aves acuáticas que se convierten en agricultores con alas
Los investigadores combinaron el análisis de muestras de heces recogidas en siete hábitats frecuentados por estas especies de aves acuáticas con el seguimiento GPS.
Además de la capacidad de dispersión de semillas de estas especies, el objetivo era conocer los hábitats en los que realizan esta dispersión, así como las distancias y trayectorias que abarcan las aves acuáticas.
Los científicos analizaron 300 excrementos recogidos en diferentes lugares del sur de Suecia, se encontraron 41 especies de plantas diferentes de 19 familias distintas, entre las cuales se incluía la especie exótica con resistencia a herbicidas ‘Conyza canadensis’.
Once de estas especies eran malas hierbas, entre ellas ‘Chenopodium album’ y ‘Stellaria media’, catalogadas como dos de las especies más problemáticas para la agricultura de Suecia, con resistencia documentada a los herbicidas y comunes en las zonas de estudio.
“Las redes que hemos desarrollado basándonos en el marcado por GPS sugieren un importante papel de conectividad de los ánsares comunes en los paisajes agrícolas, con posibles implicaciones para la propagación de plantas exóticas y malas hierbas, y para la dispersión a través de la interfaz terrestre-acuática”, explica María José Navarro, investigadora predoctoral de la EBD-CSIC y autora principal del estudio.
El estudio sugiere que esas aves acuáticas no solo dispersan semillas, sino que podrían propagar microbios e invertebrados, así como nutrientes.
Los resultados confirman que los gansos comunes conectan los hábitats agrícolas mediante vuelos diarios, propagando potencialmente las malas hierbas entre los campos de cultivo, pero también conectan ecosistemas acuáticos y terrestres mediante movimientos locales o de larga distancia.
Según los datos recopilados mediante GPS, los gansos se desplazaban diariamente de las zonas de descanso, normalmente islas, lagos y humedales, a los lugares de alimentación en los campos agrícolas, y cubrían distancias de siete kilómetros al día de media.
Las áreas más afectadas eran precisamente las áreas agrícolas que se encontraban cerca de ecosistemas acuáticos, ya que eran más frecuentadas por los gansos.
Teniendo en cuenta la abundancia de semillas observadas en los excrementos y el número de gansos, cerca de 100.000 semillas fueron dispersadas diariamente por los gansos en el área de estudio en Suecia, de 400 kilómetros cuadrados aproximadamente.
Esta investigación refleja como las plantas se adaptan a cambio del suelo, cambio climático, etc
Además, los gansos marcados con GPS volaron también de forma ocasional sin parar entre las dos áreas de estudio, separadas por 300 kilómetros de distancia, y probablemente también dispersando semillas entre ellas.
“Confirmamos que las aves acuáticas actúan como dispersores de semillas en ecosistemas acuáticos y terrestres, permitiendo que las plantas alcancen nuevos hábitats a través de sus movimientos”, afirma Navarro.
Esta investigadora añade que, “a pesar de su importancia, su rol en la dispersión de semillas ha sido menos estudiado en comparación con otras especies de animales”.
“Esta investigación ayudará a prever cómo las especies de plantas pueden, gracias a las aves acuáticas, adaptarse a la destrucción de hábitats, cambios en el uso de suelo, cambio climático, o, alternativamente, cómo se propagarán las especies exóticas y las malas hierbas”, concluye.
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