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Bajar la calefacción en los hogares en España resulta un acto de responsabilidad ciudadana con el clima o con la economía personal de cada uno, pero ahora además tiene una incidencia en el conflicto abierto con Rusia por la guerra en Ucrania.
Esta semana, Josep Borrell, alto representante de la UE para la Política Exterior, ha pedido en el Parlamento Europeo a la ciudadanía que “corten el gas en sus casas” y “disminuyan la dependencia de quien ataca a Ucrania”, para reducir la enorme influencia de los hidrocarburos rusos en el conjunto de la UE.
Este llamamiento tiene sentido desde una perspectiva europea: el 40 % del gas que se consume en la Unión llega de los gaseoductos de Gazprom y no tanto para los españoles. Sin embargo, aunque no sea por la guerra, sí hay otras razones de peso para reducir el consumo de gas o petróleo.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) acaba de elaborar un plan para que los países comunitarios puedan reducir la dependencia energética de Rusia en un 35 % en el plazo de un año. Han calculado que de los 155.000 millones de metros cúbicos de gas natural que la UE importó el año pasado de Rusia se podrían recortar más de 50.000 millones.
Calefacción: ¿de dónde viene el gas natural que se consume en España?
Según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores), en 2021 España importó 415.569 gigavatios hora (GWh) de gas natural, de los que vinieron de Rusia 37.027 GWh, solo un 8,9 %. Aquí no hay una dependencia tan grande de los hidrocarburos de Rusia como ocurre en otros países europeos como Alemania. No obstante, los ciudadanos españoles pueden bajar la calefacción para reducir las importaciones mucho mayores de gas de Argelia, que el año pasado fueron de 177.990 GWh, un 42,8 % del total.
También se puede argumentar que si la ciudadanía reduce su consumo de gas en España, esto podría liberar importaciones de otros lugares diferentes de Rusia para cubrir el que dejen de utilizar algunos países europeos que sí están mucho más conectados al grifo que controla Putin, el “cordón umbilical” que Borrell ha pedido cortar. Pero para que esto se cumpliese, tendría que conseguirse una reducción realmente significativa.
¿Tiene sentido que los españoles hagan caso a Borrell?
Los ciudadanos españoles tienen una influencia reducida para solucionar la alta dependencia europea del gas procedente de Rusia y la cuestión energética implica hoy grandes desafíos que corresponde solucionar a otros diferentes a los hogares. Pero a la ciudadanía no le falta tampoco argumentos para hacer caso a Borrell y bajar el termostato de la calefacción, o coger menos el coche.
Los actuales precios estratosféricos del gas, la electricidad (por las centrales de gas) o la gasolina demuestran que depender de energías tan problemáticas como los combustibles fósiles no solo es malo para el clima, sino también para la economía de los hogares o la propia estabilidad de los países.
Si todos los hogares bajan 1 ºC el termostato, en un año Europa ahorrará 10.000 millones de metros cúbicos de gas natural. Por cada grado que se baja la calefacción en casa se le compra a Rusia un 6 % menos de gas.
Por la noche, mejor apagarla
El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) recomienda, siempre que sea posible, ajustar el termostato a 20-21ºC. Asimismo, aboga por utilizar ropa de abrigo para estar en casa, ajustar el encendido al horario real de ocupación de las viviendas y correr las cortinas para evitar el frío que proviene de los cristales.
Por la noche es mejor "apagarla", ya que cuando se está acostado y arropado no es necesaria la calefacción.
Según la OMS, el límite del confort está en los 18ºC
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció en una guía que la temperatura mínima de confort en un hogar en invierno es 18º. Por debajo de eso, pueden aparecer problemas de salud, sobre todo si la situación se prolonga en el tiempo.
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