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Fráncfort (Alemania), 5 feb (EFE).- "El impacto de la reforma fiscal en el producto interior bruto (PIB) de EEUU será positivo a corto plazo, mientras que los efectos a largo plazo son mucho más inciertos", según el Banco Central Europeo (BCE).
En un artículo del próximo boletín económico del BCE, sus autores, Ursel Baumann y Allan Gloe Dizioli, consideran que algunas instituciones han creado modelos de simulación del efecto macroeconómico de la reforma fiscal en EEUU que sugieren este resultado.
La reforma impulsará el PIB real de EEUU entre un 0,5 y un 1,3 % los próximos tres años.
Pero los efectos a largo plazo son "muy inciertos" porque dependen de cómo se financie la reforma fiscal y el impacto del déficit más elevado en los costes de la deuda soberana, añade el artículo del próximo boletín económico del BCE.
El menor coste de capital por la reforma debería impulsar inicialmente la inversión y el stock de capital influyendo de forma positiva la oferta de la economía.
Sin embargo, si la reforma se financia con déficit, el aumento del déficit fiscal podría crear tasas de interés a largo plazo más elevadas e incrementar el coste de capital contrarrestando algunos de los efectos positivos por el lado de la oferta.
Se puede esperar que el impacto general sobre la capacidad de la economía estadounidense sea más positivo si la reforma fiscal se financia reduciendo el gasto o incrementando otros impuestos menos distorsionadores.
La reforma "podría impulsar la demanda de bienes y servicios de la zona del euro" al incrementar la demanda nacional en EEUU, aunque el efecto general será bastante pequeño, añaden los autores.
La zona del euro también se verá afectada por los cambios en el paisaje fiscal internacional, cuyas consecuencias son muy inciertas y complejas.
Unos impuestos de sociedades más bajos incrementan el atractivo fiscal de EEUU respecto a otros países, lo que influirá en el incentivo de las empresas para invertir, para no trasladar beneficios y para trasladar la propiedad intelectual a EEUU.
La reforma aumenta el riego de "una competición fiscal en todo el mundo" y puede generar una erosión de la base imponible en los países de la Unión Europea (UE), apostilla el artículo.
Algunas de las provisiones internacionales de la reforma fiscal en EEUU puede que no sean conformes a las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y los acuerdos de doble imposición.
La reforma fiscal de EEUU, en vigor desde el 1 de enero de 2018, contempla una reducción del impuesto de sociedades desde el 35 hasta el 21 % y una deducción completa de la inversión de la base impositiva durante cinco años.
También se produce una simplificación y reducción temporal en los impuestos sobre la renta a las personas físicas, así como un aumento del crédito fiscal por hijos y menos impuestos sobre los ingresos de los propietarios de negocios pequeños.
Asimismo, prevé la eliminación de los impuestos de los ingresos empresariales en el extranjero de accionistas corporativos estadounidenses, lo que supone un movimiento hacia un sistema territorial "híbrido" con un impuesto de transición único sobre beneficios no fiscalizados del 15,5 % sobre activos líquidos y del 8 % sobre activos no líquidos.
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