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Las masas boscosas primarias, es decir, sin muestras claramente visibles de actividad humana ni alteraciones en procesos ecológicos, resisten mejor a las sequías que los bosques secundarios.
Esa es la conclusión principal de un estudio realizado por cinco investigadores pertenecientes a instituciones de China, Estados Unidos o Suecia, y publicado en la revista ‘Environmental Research Letters’.
El trabajo se basa en cómo afectó el verano seco de 2018 a los bosques de Suecia. La mayoría de ellos son secundarios, esto es, gestionados con poca diversidad de especies y estructura.
Los bosques vírgenes, santuarios donde el poder de la resiliencia a los efectos climáticos es mucho mayor
“Usamos un mapa único de bosques primarios en Suecia e investigamos si podría haber alguna diferencia en cómo estos arbolado y los bosques secundarios vecinos se vieron afectados por la sequía en 2018. Los resultados mostraron que las masas forestales secundarias en Suecia se vieron más afectados por la sequía que los arbolados primarios”, indica Anders Ahlström, investigador de geografía física en la Universidad de Lund (Suecia).
En el estudio, los investigadores utilizaron imágenes satelitales y un mapa que detalla más de 300 bosques primarios en Suecia.
Al analizar un índice de vegetación de alta resolución sobre estos y las zonas de amortiguamiento que rodean los bosques primarios, que representan arbolados secundarios con un ambiente similar y una situación de sequía en el verano de 2018, el equipo de investigación pudo obtener una imagen de cómo el verano seco golpeó a los diferentes tipos de estos ecosistemas.
Podemos comprobar una vez más como la mano humana llegó para corromperlo todo, para debilitarlo y acabar ser un detonante acelerado de su destrucción.
En la situación de crisis climática en la que vivimos, parece increíble comprobar que hay lugares por los que nuestra huella no ha conseguido hacer mella.
Es extremadamente importante que tengamos en cuenta datos como los del estudio, pues nos demuestran la importancia de cuidar y conservar, para que la naturaleza nos pueda responder de la misma forma en la que la tratamos.
Diversidad estructural, mayor presencia de agua, ecosistemas sanos y fuertes...
“Que los bosques primarios se vieron menos afectados por la sequía genera una serie de preguntas interesantes sobre las causas de esta diferencia. Podría ser la edad y el tamaño generalmente mayor de los árboles, lo que quizás conduzca a raíces más profundas y una mayor diversidad estructural. O puede ser que haya más agua en estos ecosistemas”, recalca Julika Wolf, exinvestigadora de geografía física, ahora consultora en cartografía y análisis espacial.
Los bosques primarios son raros en Suecia y en Europa. Representan las zonas boscosas más vírgenes que quedan e informan sobre cómo se ve la naturaleza y cómo funciona sin un gran impacto humano directo.
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