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El intento desesperado del presidente Sebastián Piñera prometiendo una serie de medidas y reformas en Chile; como el aumento de las pensiones o el incremento del salario mínimo, no han servido para apaciguar ni las protestas.
Ya van 18 muertos
Entre los fallecidos hay un niño de cuatro años. No han servido las palabras del presiente pidiendo perdón en una locución televisada el martes: “Hemos recibido con humildad y claridad el mensaje que los chilenos nos han entregado. Es verdad que los problemas se acumulaban desde hace muchas décadas y que los distintos Gobiernos no fueron ni fuimos capaces de reconocer esta situación en toda su magnitud. Reconozco y pido perdón por esta falta de visión”.
La capital atraviesa una situación de permanente movilización
La intensidad de las protestas, especialmente en la capital de Chile, ha ido creciendo exponencialmente desde que el gobierno decidiera subir el precio del transporte público. La retirada de esas pretendidas nuevas tarifas al alza, primero, y la oferta de mejoras sociales ofrecida por Piñera después, no han servido para desactivar el descontento.
Los militares siguen patrullando las calles
Ya hay casi una veintena de muertos sobre los que poco a poco se van conociendo identidades y circunstancias de los fallecimientos. Todos ellos hacen pensar en posibles prácticas contrarias sus derechos por parte de la policía y de la milicia.
La Fiscalía pone su punto de mira en posibles excesos policiales y militares con la población. Ha abierto una amplia investigación para averiguar el origen de las lesiones a manifestantes en las que haya resultado involucrado personal uniformado. Ya se han presentado 17 querellas por torturas. Muchos en Chile piensan que el gobierno ha perdido el control de la situación y que su autoridad sobre los militares es muy endeble en estos momentos.
Bandas de delincuentes aprovechan la movilización en las calles para robar y saquear
El oportunismo de determinados grupos ha aprovechado la situación descontrolada en las calles para protagonizar robos y saqueos. Esto ha acrecentado la incertidumbre entre la población, que no contempla en ningún caso la protesta violenta.
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