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Vivir en una ciudad supone enfrentarse cada día a los numerosos retos y dificultades que la componen, por ejemplo, la contaminación acústica, el estrés y la gente. Sin embargo, esto no solo nos provoca un malestar a los ciudadanos, sino también a las aves urbanas que comparten espacio con nosotros.
Enfrentarse a la comunicación acústica puede generar estrés en las aves
La vida en la ciudad es un hecho que muchos tienen que afrontar y que, a veces, no es del todo beneficioso para nuestro organismo ni mente. El ruido de las calles, los coches y la gente hacen que vivir en un a ciudad suponga un reto enorme, aunque muchos están ya acostumbrados y buscan los beneficios de lo metropolitano.
A pesar de la diversidad de opiniones, es importante recalcar que las aves urbanas también se enfrentan a estos elementos metropolitanos, sobre todo a la contaminación acústica, que provoca consecuencias en algunos aspectos de su día a día.
La contaminación acústica afecta varios elementos de la vida de un ave, lo que hace que dificulte su éxito reproductivo y dé lugar a una pérdida de declive. Así lo explica la responsable de biodiversidad urbana de SEO/BirdLife, Beatriz Sánchez, que insiste en que el ruido antropogénico es “una amenaza silenciosa” presente en la naturaleza y que, además, genera estrés en las aves, ya que son seres vocales.
El ruido ambiental afecta de manera muy negativa a las poblaciones de aves urbanas
El ruido de las ciudades, conocido como ruido ambiental, es algo que acompaña al día a día de la población, pero también algo que acompaña a las aves urbanas.
La comunicación entre las aves depende de sus cantos y llamadas, lo que hace que pidan alimentos, se socialicen, adviertan de los peligros, protejan su territorio y atraigan a su pareja. Esta exposición al ruido ambiental provoca cambios en el comportamiento de muchas especies de aves.
En el caso del serín verdecillo, tal y como señala la experta, cuando el volumen es mayor a los 70 decibelios, deja de cantar porque no le compensa el gasto energético entre el bullicio de las ciudades y la contaminación acústica.
Otras especies como los mirlos o los petirrojos, aprovechan el silencio nocturno para iniciar el coro del amanecer, algo que se ve afectado por la contaminación acústica y lumínica.
Por ello, el ruido ambiental lo complica aún más todo, ya que las aves se ven obligadas a esforzarse y a hacer más ruido en su canto para realizar sus actividades más vitales. Sin embargo, la contaminación acústica se describe por el tráfico, el principal peligro de la biodiversidad.
Red Naura 2000, espacios protegidos para las especies
El hecho de vivir entre la naturaleza y lo urbano es algo que nos acompaña desde siempre, pero que ha ido aumentando a lo largo de los últimos años, ya que las ciudades son cada vez más grandes y metropolitanas.
Sin embargo, existen algunas entidades que se encargan de eliminar esta contaminación acústica de la vida de estos animales, por ejemplo, la Red Natura 200, el mayor conjunto de espacios protegidos del mundo y donde España es el país que más aporta.
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