Chicharrita subterránea: Una nueva especie de insecto subterráneo única en el mundo

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27/04/2025 - 10:30
Chicharrita subterránea

Lectura fácil

En las profundidades de un tubo volcánico de la isla de La Palma, en las Canarias, un equipo internacional de científicos ha descubierto una nueva especie de insecto subterráneo. El hallazgo, recientemente publicado en la revista Subterranean Biology, añade una pieza más al complejo rompecabezas de la biodiversidad oculta en los ecosistemas más extremos del planeta. La especie ha sido nombrada Cixius palmirandus chicharrita subterránea, y forma parte del grupo de las chicharritas cavernícolas, pequeños insectos adaptados a la vida en la oscuridad total.

Criaturas extremófilas: La chicharrita subterránea tiene vida donde parecería imposible

Cixius palmirandus es un ejemplo de animal extremófilo, un término que designa a los organismos capaces de sobrevivir en condiciones extremas de temperatura, presión, oscuridad o escasez de recursos. Esta especie fue hallada en la Cueva Honda de Miranda, ubicada en el municipio de Breña Alta. Se trata de una cavidad volcánica hasta ahora inexplorada, lo que resalta el valor científico del descubrimiento.

Los extremófilos son bien conocidos por su capacidad de prosperar en entornos que, a simple vista, parecerían incompatibles con la vida. Ejemplos clásicos son los tardígrados, capaces de soportar el vacío del espacio, o el pez de hielo antártico, que nada en aguas a temperaturas cercanas a la congelación. En el caso de la chicharrita subterránea, la adaptación al hábitat subterráneo ha llevado a una evolución singular, con características muy específicas.

Este nuevo insecto subterráneo comparte rasgos con otras especies cavernícolas: ha perdido la pigmentación, sus alas no son funcionales y sus ojos están reducidos o casi ausentes. Estas adaptaciones lo preparan para sobrevivir en entornos donde la luz solar jamás penetra y donde la vida depende de recursos escasos.

Se han identificado hasta ahora cuatro especies de chicharritas cavernícolas en el archipiélago canario: Cixius palmirandus (La Palma, chicharrita subterránea), Cixius theseus, Meenoplus skotinophilus (El Hierro) y Tachycixius gomerobscurus (La Gomera). Todas fueron descubiertas mediante trampas subterráneas y se consideran endémicas de las islas donde fueron halladas.

Estos insectos habitan fisuras, grietas y tubos volcánicos, espacios donde la luz es casi inexistente y las condiciones de vida son duras. Se alimentan de la savia de plantas y árboles, utilizando un fino estilete, y en los niveles más profundos son capaces de extraer nutrientes directamente de las raíces. Esta dieta tan especializada pone de manifiesto la extraordinaria capacidad de la chicharrita subterránea para adaptarse a un medio extremadamente limitado.

Un futuro incierto para especies vulnerables

A pesar de lo fascinante de su biología, estos insectos están en peligro. Su rareza y el reducido número de individuos en cada población los hacen extremadamente vulnerables a los cambios en su entorno. La contaminación, el turismo no regulado o las obras de infraestructuras pueden alterar de forma irreversible estos ecosistemas subterráneos.

Los investigadores, conscientes de esta fragilidad, han propuesto que Cixius palmirandus y otras especies similares sean clasificadas como “vulnerables” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), lo que permitiría adoptar medidas de protección más efectivas.

La nueva chicharrita subterránea, que apenas alcanza los 4 milímetros de longitud, es un pariente lejano de las cigarras. Su descubrimiento no solo amplía nuestro conocimiento sobre la biodiversidad de las Islas Canarias, sino que también eleva a 17 el número de especies subterráneas de chicharritas conocidas en el archipiélago y a 74 a nivel mundial.

El hallazgo de esta chicharrita subterránea nos recuerda que, incluso en los lugares más ocultos y extremos del planeta, la vida encuentra formas sorprendentes de florecer, y que la conservación de estos frágiles entornos es clave para preservar ese asombro natural que aún nos queda por descubrir.

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