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La pandemia del coronavirus ha provocado una crisis a gran escala de la que es difícil hablar en materia general, ya que engloba problemas que afectan a la economía, el empleo, o la salud, sumado a la crisis climática que afecta de forma drástica al planeta y aumenta las desigualdades sociales.
En este sentido, la Agencia Europea del Medioambiente (AEMA) publicó un informe a mediados de julio que concluye que todas las crisis son hijas de un problema común que ha marcado gran parte del siglo XX y todo el XXI: un modelo de producción y de consumo que la AEMA califica de insostenible y que revela la fragilidad de la economía y de la sociedad ante él. Como bien apunta un editorial de Diario Responsable, el covid no ha traído la desigualdad, ni la pobreza ni el hambre al mundo, ya existían mucho antes de su irrupción.
La explotación de recursos
La investigación de la AEMA sostiene que la población mundial ha triplicado su cifra desde mediados del siglo pasado hasta los casi 8.000 millones de personas, mientras que el rendimiento de la economía se ha multiplicado por doce. La capacidad de explotación de los recursos naturales ha aumentado de tal modo que, según el estudio, el 75 % del medio ambiente terrestre y el 40 % marino se han visto alterados de forma grave.
Todo esto se suma a la grave y constante emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, propiciada por la quema de combustibles fósiles o la deforestación que, en suma, provocan el cambio climático, culpable del calentamiento global, la subida del nivel del mar o de fenómenos naturales extremos cada vez más frecuentes.
El pasado 29 de julio La Tierra ya entró en números rojos, lo que significa que ya ha agotado todos los recursos que puede producir en un año. Esto hace difícil imaginar un futuro en el que, según la AEMA, se prevé que la demanda de recursos materiales se duplique hasta 2060. Otro dato alarmante recogido por Diario Responsable es que la generación de residuos aumentarán en un 70 % hasta 2050, cuando ya solo el plástico ocupa hoy en día, en términos generales, 1 tonelada por cada 3 de peces.
Las desigualdades sociales también se reflejan en la vacunación
En un momento en el que los países con índices de vacunación altos -España ya va por el 63 % con la pauta completa- están empezando a levantar restricciones mientras se extiende el uso del certificado covid en Europa, la economía está mostrando síntomas de recuperación, así como el empleo. No obstante, hay regiones del planeta donde se ponen de manifiesto las desigualdades sociales: en concreto, el difícil acceso a las vacunas aumenta las desigualdades sociales en el mundo. Según la Organización Panamericana de la Salud, a mediados de julio solo el 15 % de la población de América Latina y el Caribe había completado su vacunación, y otros países de América Central como Honduras y Haití aún no había alcanzado el 1 %.
La vacuna es solo el símbolo de la brecha entre naciones ricas y pobres en un momento en el que la pobreza está aumentado en ambas esferas. Solo en España aumentó un 7 % en 2020, según el INE, y a nivel mundial, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPA) estimó en 209 millones el número de personas pobres en el mundo, 22 millones más que el pasado año, lo que achaca directamente al virus.
El fin de la pobreza es precisamente el primero de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que marca la ONU en su Agenda 2030, y todos los esfuerzos en políticas sociales y económicas, tanto por parte de gobiernos, como de empresas y de la sociedad civil deberían tenerlos en cuenta, aunque su consecución dependerá de revisar a escala mundial el modelo económico y productivo que genera las desigualdades sociales.
Plan para la Economía Circular de la Unión Europea
La propia Unión Europea es consciente de la importancia que tiene la economía circular en materia de desarrollo sostenible. A este respecto, el informe de AEMA pone especial énfasis en la necesidad de girar hacia modelos de negocio circulares y más eficientes. Para ello, hace mención al Plan de Acción de la UE para la Economía Circular de marzo de 2020, un plan europeo que estudia el uso de los recursos desde el mismo diseño de los productos hasta un consumo más sostenible, pasando por la prevención de residuos para reducir el impacto de los mismos sobre el medio ambiente.
También introduce acciones en las cadenas de valor de los productos, como equipos electrónicos, baterías, envases, plásticos, textiles y construcción, así como alimentación, agua y nutrientes. El documento, según señala Diario Responsable, forma parte del Pacto Verde Europeo y sirve como referente para que las inversiones apunten tanto a la recuperación de los efectos de la pandemia, a reducir las desigualdades sociales, como a una transición del modelo económico actual hacia uno más sostenible que ponga en el centro a las personas y al planeta, para lo cual será de vital importancia tener en cuenta las desigualdades sociales actuales en el mundo.
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