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El cabo Fran, más conocido por sus intervenciones en el programa de Discovery Max Control de fronteras, ha sido detenido por tráfico de drogas y obstrucción a la justicia. La paradoja del asunto es que el detenido mostraba en televisión cómo es el día a día de un agente de aduanas.
Como publica El Independiente, fue a raíz de la agencia de control de drogas de Estados Unidos cuando se inició una investigación que ha llevado más de un año y medio. Tras realizar las pesquisas pertinentes, se descubrió que este hombre había introducido más de 200 kilos de cocaína en nuestro país. Han sido detenidas 18 personas pertenecientes a dos bandas diferentes entre las que colaboraba el guardia civil.
Es conocido por el programa Control de fronteras
El guardia civil formaba parte de una organización colombiana de narcotraficantes con la que entró en contacto a través de una joven, de dicha nacionalidad, con la que mantuvo una relación sentimental.
La investigación no habría sido sencilla, según recoge El Mundo, ya que el cabo conocía a la perfección los sistemas para detectar la droga en los controles, así que consiguió eludirlos. Gracias a ello, Fran se convirtió en un nexo de importancia para bandas de narcotraficantes que operaban entre Colombia y Madrid transportando la droga en el equipaje.
Era el instructor de los narcos
El detenido llegó al punto de enseñar a los narcotraficantes a tomar medidas de seguridad para evitar ser investigados, motivo por el que también se le acusa de obstrucción a la Justicia, aparte de narcotráfico.
Entre otras cosas, cuando quedaba con ellos, les obligaba a pasar la llamada raqueta por debajo de los coches, un aparato que sirve para localizar micrófonos ocultos. Después hallaron en su casa un inhibidor de frecuencias que activaba siempre que tenía una reunión importante.
Un alto tren de vida que no ocultaba
Otro de los motivos por los que se motivaban las sospechas era el elevado tren de vida que llevaba el guardia civil. No se escondía y tendiendo en cuenta su sueldo por debajo de los 2.000 euros, el nivel de gasto parecía exagerado.
Según El Mundo, sólo compraba en la Milla de Oromadrileña, y por ejemplo, en Valentino y Channel decía al entrar: «Es que no sabemos entrar en otras tiendas».
Además, le gustaba invitar con un «vamos a mi restaurante» a sus amistades. Se sospecha que pagó 80.000 euros a tocateja para entrar como inversor mientras su pareja paseaba con bolsos de Gucci de 5.000 euros.
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