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Cada año desde el 2016, el 28 de septiembre se celebra el Día Internacional del Derecho de Acceso Universal a la Información. Una jornada para reflexionar y velar por el acceso a la información digital para todo el mundo.
La conmemoración de este día pretende ser un vehículo que garantice otros derechos, como la Libertad de Expresión, el Derecho a la Educación, el Derecho a la Libertad de Asociación y de Reunión, el Derecho a la Plena Participación en la vida social cultural y política o el Derecho al desarrollo social y económico.
Además, la Unesco designó este día para denunciar las violaciones de esos derechos fundamentales tanto en países desarrollados, como en dictaduras totalitarias y países en vías de desarrollo.
La información es poder
Los ciudadanos informados pueden tomar decisiones informadas, por ejemplo a la hora de votar en unas elecciones. El acceso universal a la misma es una piedra angular de sociedades del conocimiento saludables e inclusivas.
Los medios de comunicación juegan un papel crucial en informar al público sobre temas de interés, pero también se basan en la capacidad de buscar y recibir información. Por tanto, el derecho al acceso universal a la información también está ligado al derecho a la libertad de prensa.
¿Cómo ha afectado la revolución digital a la difusión de la información?
El control que ejercen algunos gobiernos sobre los medios, la generación de fake news y de bulos en las redes sociales hace que debamos vigilar y velar cada día por la información.
La falta de información en los países impide desarrollar estrategias de planeación, políticas públicas y diagnósticos acertados.
Los gobiernos deben garantizar el derecho a la información en tiempos de crisis y velar por las garantías constitucionales para el acceso público a la información.
Gracias al flujo de información en los países se garantiza una cultura de la transparencia
Con la adopción de políticas que promuevan una cultura de la información, los países abandonarían modos de hacer anclados en una administración pública obsoleta, la falta de información en las sociedades coartarían la creatividad, la imaginación y no respondería las demandas de los ciudadanos y ciudadanas.
Actualmente, los flujos informacionales permiten a los Estados trazar políticas públicas y fundamentar su agenda de gobierno basadas en argumentos sólidos y con la ayuda de otros actores sociales.
Un país sin información o sin competencias para usarla se encuentra en una posición de fragilidad constante
En muchos países - como Cuba o China - todavía es prácticamente imposible acceder a servicios tan extendidos en el resto del planeta como el buscador Google o a redes sociales como Facebook y Twitter. En este sentido, el control que hacen los países sobre la información sigue siendo una de los mayores vulneraciones de estos Derechos fundamentales.
También hay que tener en cuenta el auge de ideas extremas en occidente que, en ocasiones, se ven impulsadas por la forma en la que los algoritmos nos muestran la información que consumimos en las redes sociales o en los buscadores.
La tecnología que hay detrás de estas plataformas para mostrarnos información de nuestro interés es verdaderamente compleja y todavía no es perfecta. Esto puede hacer que algunas ideas se retroalimenten y, como consecuencia de ello, puedan generar una cierta polarización de la opinión pública respecto a temas concretos.
La información en tiempos de coronavirus
Ante un mundo ya inestable de por sí, la llegada del coronavirus ha hecho que la información se vuelva confusa, proliferen los bulos y que, en muchas ocasiones, la ciudadanía no sepa cómo actuar.
Este 28 de septiembre se celebra un Día Internacional del Acceso Universal a la Información centrado “en el derecho a la información en tiempos de crisis y en las ventajas de contar con garantías constitucionales, estatutarias y/o normativas para el acceso público a la información”, escriben las Naciones Unidas.
“Más que nunca, la sociedad debe obtener un acceso equitativo al conocimiento y expresarse a través de medios libres y pluralistas”, incide la Unesco.
Para la entidad, la información no solo nutre las mentes de la sociedad, sino que es capaz de cumplir tres objetivos: “Salvar vidas, fomentar la confianza y ayudar a la formulación de políticas sostenibles a lo largo de la crisis de COVID-19 y más allá de ella”.
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