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Al igual que ocurrió en su momento durante la crisis del 2008, las complicaciones externas de la economía están incidiendo duramente en las economías familiares trasladando un especial temor a las hipotecas. En esta ocasión, el Euribor ha vuelto a experimentar una escalada que ha llegado a ser de hasta un 45 % en tan solo un año. Esto sumado a la inflación y a la situación laboral de muchas familias ha vuelto a sacar a flote el temor a la ejecución hipotecaria.
¿Qué es una ejecución hipotecaria?
Pero entendamos mejor a qué hace referencia exactamente este término. La ejecución hipotecaria es un procedimiento por el que el acreedor, en este caso la entidad bancaria, pasa al cobro de una deuda hipotecaria que lleva meses sin ser abonada, generando varios meses de impagos. Llegados a este punto, la entidad tiene derecho ha reclamar estos pagos a través de las garantías presentadas por hipotecados, pudiendo llegar al embargo del inmueble, lo que acarrearía un desahucio.
Sin embargo, la ejecución hipotecaria no llega de buenas a primeras. Lo normal es que la entidad bancaria pase por una serie de fases previas, como un aplicación de intereses de demora frente a los primeros impagos para instar al deudor a hacerse responsable de la deuda, o incluso renegociado la hipoteca, en el caso de que esto sea viable. Sin embargo, si la situación de impago se mantiene en el tiempo, poco se podrá hacer para evitarla.
De hecho, según los datos ofrecidos por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el año pasado se iniciaron un 10,5 % menos de estos procesos con respecto a 2021, siendo un total de 24.935. Sin embargo, con las circunstancias actuales del Euribor, la inflación y la presión hipotecaria que se están viviendo en algunas comunidades autónomas, puede que la ejecución hipotecaria vuelva a incrementarse durante este año y el próximo, si no se toman medidas.
¿Cómo podemos evitarlas?
Una de las situaciones que más asustan de una ejecución hipotecaria es poder llegarse a ver en la calle y todavía con parte de la deuda activa en el banco, ya que en algunos casos la venta de la vivienda no es suficiente para terminar con la deuda contraída con el banco. Sin embargo, de las experiencias vividas durante la crisis de 2008, que dejó a muchas familias sin hogar, en esta ocasión se han tomado medidas para evitar situaciones similares.
Medidas como la mencionada antes de poder negociar nuestra hipoteca, pero también otras más a nivel estatal, como acogerse al Código de Buenas Prácticas que se ha puesto en marcha desde el Gobierno central para que el banco reduzca la presión hipotecaria o abrir la posibilidad de realizar una denuncia a la entidad por prácticas abusivas, en el caso de que las esté cometiendo.
Por otro lado, también es posible evitar el desahucio tras una ejecución hipotecaria, teniendo prioridad a la hora de acceder a la subasta preparada para la venta de la vivienda, si se avala ante un juez que se pertenece a un colectivo en riesgo de exclusión o vulnerable.
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