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Cierto desdén por el conocimiento de nuestra historia pudiera llevarnos a pensar que no existen, ni sirven, los antecedentes históricos para abordar con perspectiva el complejo panorama político de la Venezuela de hoy, pero una mirada al pasado puede resultar esclarecedora.
El régimen militar encabezado por Marcos Pérez Jiménez constituyó una dictadura sustentada en la represión, el asesinato y el terror. El miedo se impuso a sangre y fuego y no hubo límites a la hora de matar: Carlos Delgado Chalbaud, nada menos que presidente de la Junta Militar de Gobierno; Leonardo Ruiz Pineda, Alberto Carnevali, a quien se le impidió la atención médica estando gravemente enfermo en la cárcel, Antonio Pinto Salinas, Luis Hurtado Higuera y muchos venezolanos más.
También este fue el tiempo de la temida “Seguridad Nacional”, de la censura rigurosa a los medios, de prisiones prolongadas y de exilios
Fue la época en la que los prisioneros políticos fueron llevados al campo de concentración de Guasina, en el Delta del río Orinoco, donde la Guardia Nacional impuso brutalmente el trabajo forzado, el hambre y la muerte.
Pero en 1957 la dictadura enfrentó una prueba crucial
En cumplimiento de su propia constitución, la del año 1953, el régimen debía llamar a elecciones para escoger al presidente de la república del período 1958-1963. Marcos Pérez Jiménez, consciente del sentimiento mayoritario de los venezolanos, en lugar de cumplir el mandato constitucional establecido en el artículo 104, “el Presidente de la República será elegido por votación universal, directa y secreta…”; se inventó un plebiscito para prorrogar su mandato.
En respuesta, el mundo político democrático actuó con inteligencia, superó sus diferencias y construyó una respuesta de organización y movilización social gracias a la cual los venezolanos perdieron el miedo y acompañaron decididamente el proceso de cambio que permitió instaurar un régimen de libertades a partir del 23 de enero de 1958.
Al estudio de este tema, sus causas e implicaciones, un merideño universal dedicó uno de sus últimos libros. Se trata de Simón Alberto Consalvi (Santa Cruz de Mora, 1927. Caracas, 2013), testigo y protagonista de estos hechos, intelectual de alto vuelo y demócrata cabal, estuvo hasta sus últimos días plenamente consciente de lo que sucedía en Venezuela bajo el régimen chavista. Por eso, queremos pensar, que nos dejó en clave histórica varias lecciones en el libro que tituló '1957. El año en que los Venezolanos perdieron el miedo.'
A partir de una base documental extraordinaria, Simón Alberto Consalvi elabora un inteligente análisis en el que destacan dos importantes observaciones: La necesidad de la unión estratégica de todas las fuerzas democráticas que luchan contra la dictadura y la importancia de orientar al pueblo que mayoritariamente quiere vivir en libertad y democracia.
Para Consalvi 1957 fue el año del gran despertar: “Dentro y fuera de Venezuela se presentaron condiciones particulares; cambios de estrategias y de percepciones; alianzas que traducían visiones diferentes sobre la democracia”. En efecto, las opiniones de los más importantes líderes opositores de la época apuntaban a la necesidad de una unidad superior para enfrentar a la dictadura y a ella llegaron, en junio de ese mismo año, con la creación de la Junta Patriótica como ente que desde la clandestinidad coordinara las actividades de resistencia y agitación social por la vía de sus comités femeninos, estudiantiles y obreros.
Además del trabajo clandestino desarrollado por la Junta Patriótica, era preciso integrar a todas las fuerzas del país y a todos los sectores civiles y militares, comprometidos con la restitución de las libertades democráticas, en un solo frente nacional contra la dictadura.
Consalvi también destaca que para la época fue muy importante orientar al pueblo y que los políticos, por encima de la censura, desarrollaran con altura la pedagogía política. Por eso abundan los documentos, informes políticos y las exhortaciones a la población mediante hojas volantes y manifiestos. Pero junto a las tareas de orientación, el activismo. De manera que no se descuidaron las labores de agitación y movilización que finalmente prepararon el terreno a las acciones insurreccionales desarrolladas en enero de 1958.
En la Venezuela de hoy la unidad superior del mundo político democrático, la organización y preparación de los ciudadanos, así como la presión política y social desde la calle siguen siendo importantes para impulsar el cambio. Como Simón Alberto Consalvi, ¿podremos decir dentro de poco, que el 2019 fue el año en que los venezolanos perdimos el miedo?
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