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Tal vez nunca te hayas detenido a reflexionar sobre este tema, pero si lo piensas, ¿por qué las mujeres embarazadas no se caen hacia adelante con el peso que tienen en la barriga?
Pablo Palazón, doctor en Inmunología y biólogo molecular, autor de Ciencia idiota (Next Door) explicó que cuando las mujeres están embarazadas el centro de gravedad cambia considerablemente.
Este experto destaca que “a diferencia de otros animales como los perros y los gatos, que no experimentan un cambio en su centro de gravedad cuando quedan embarazados y permanecen estables sobre sus cuatro patas, en los seres humanos sí ocurre este cambio."
El cambio de postura de las embarazadas
En las mujeres, el cuerpo experimenta un cambio notable cuando están embarazadas, lo que provoca, por ejemplo, dolores en la espalda. "Tu cuerpo, acostumbrado a distribuir el peso de cierta manera, ve cómo el centro de gravedad cambia drásticamente de un momento a otro", explica el experto.
Pablo Palazón destaca que cualquiera que haya observado a una mujer embarazada puede notar que su postura es claramente diferente a la de una mujer no embarazada. "Es una postura muy particular", señala, con una curva en la columna, especialmente en la zona lumbar, lo que le permite mantener el equilibrio y evitar caer hacia adelante. "Evolutivamente, no tiene sentido que las mujeres embarazadas se caigan hacia adelante. Esta postura les permite mantener el equilibrio, y, según los investigadores, es resultado de diversas adaptaciones evolutivas", añade.
Las adaptaciones óseas permitieron a las mujeres mantener el equilibrio
El experto menciona que científicos como Katherine Whitcom, Liza Shapiro y Daniel Lieberman, estudiaron tanto a 19 mujeres actuales como varios fósiles de homínidos, nuestros antepasados, para entender cómo la evolución ha permitido que el embarazo no conlleve constantes caídas. "Al analizar los esqueletos de diferentes antepasados, no solo de primates como los chimpancés, que compartimos muchos genes, sino también de nuestros ancestros, descubrieron que las adaptaciones en el esqueleto surgieron cuando comenzamos a caminar erguidos, y ya se observan en los australopitecos, hace entre 2 y 4 millones de años", subraya Palazón.
La primera de estas adaptaciones, según el experto, son las vértebras de la parte baja de la columna, que tienen una forma más en cuña en las mujeres que en los hombres, facilitando así la postura. Además, señala que se encontraron protuberancias óseas más largas, lo que contribuye a un mejor alineamiento de las vértebras, proporcionando un soporte adicional para la postura.
"El australopiteco, al ser también un antepasado bípedo, demuestra que, a medida que comenzamos a caminar erguidos, surgió la necesidad de que las mujeres embarazadas no cayeran hacia adelante, y por eso la evolución favoreció estas adaptaciones", explica.
El papel del equilibrio
Este proceso de caminar erguido también resultó en el desarrollo de un sentido del equilibrio que nos permite no solo a las embarazadas, sino a todos, evitar caídas al caminar. "Sin equilibrio, no hay movilidad", afirma Pablo Palazón.
El experto destaca que para mantener el equilibrio, el cerebro debe procesar constantemente información proveniente de diferentes sentidos, como la vista, la propiocepción y el sistema vestibular del oído. "El mantenimiento del equilibrio al caminar depende de la perfecta coordinación de todos estos estímulos, algo que, lamentablemente, se pierde con la edad", concluye.
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