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A mediados de noviembre, el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos informó el hallazgo de un ciervo en el Parque de Yellowstone, Wyoming, afectado por caquexia crónica, también conocida como la "enfermedad del ciervo zombi". Los animales afectados experimentan pérdida de peso, cambios en el comportamiento, como letargo o hiperexcitabilidad, y eventualmente pueden morir después de semanas o meses de sufrir estos síntomas.
¿Qué es la "enfermedad del ciervo zombi"?
En la segunda mitad de noviembre, el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos comunicó el descubrimiento de un ciervo fallecido en el Parque de Yellowstone, localizado en Wyoming. Este ciervo presentaba síntomas de caquexia crónica, también conocida popularmente como la "enfermedad del ciervo zombi".
Los animales afectados por esta "enfermedad del ciervo zombi" experimentan una pérdida gradual de peso y modificaciones en su comportamiento, como periodos de inactividad, hiperexcitabilidad o la incapacidad para levantar la cabeza y mantener la mirada en una dirección fija. Este estado puede perdurar durante semanas o incluso meses, culminando finalmente en la muerte del animal.
A raíz de este acontecimiento en el parque estadounidense, han surgido mensajes en las redes sociales sugiriendo que se trata de un virus, una "nueva enfermedad mortal" o incluso que podría afectar a los seres humanos. No obstante, es esencial aclarar que esta enfermedad no es novedosa, no está vinculada a un virus y, hasta el momento, no se ha documentado ningún caso en seres humanos.
La "enfermedad del ciervo zombi" no es algo reciente, según explica la Organización Mundial de Sanidad Animal. De hecho, los registros indican que el primer caso a nivel mundial se documentó en la década de los 60 en el estado de Colorado, Estados Unidos, en un ciervo en cautividad. En 1981, la enfermedad se identificó por primera vez en un ciervo salvaje.
Datos recopilados hasta noviembre de 2023 por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) revelan que se han reportado casos en ciervos y alces de 31 estados diferentes, así como en algunas regiones de Canadá, Noruega, Finlandia, Suecia y Corea del Sur.
Causas, mecanismos y mitos despejados
A diferencia de lo que se ha difundido en numerosas publicaciones en redes sociales, la conocida "enfermedad del ciervo zombi" no es causada por un virus, según explicación de Lilianne Ganges, viróloga en el Centre de Recerca en Sanitat Animal (CReSA-IRTA), a Newtral.es. En realidad, esta afección es provocada por un prión, que es una proteína con forma alterada que genera una enfermedad degenerativa en el cerebro.
Es relevante mencionar que este prión pertenece al grupo de las encefalopatías espongiformes transmisibles (EETs), que comparte con la famosa enfermedad de las vacas locas, aunque estas están causadas por proteínas diferentes, aclara Ganges.
La proteína deformada se acumula en el cerebro y otros tejidos de los animales infectados por el prión, dando lugar a cambios en su comportamiento. Desde la infección hasta la manifestación de síntomas y la eventual muerte del animal, pueden transcurrir entre 16 meses y 4 años, y hasta el momento, no existe ningún tratamiento disponible.
Es importante destacar que no se han registrado casos de esta enfermedad en seres humanos. La "enfermedad del ciervo zombi" se transmite por contacto directo con animales infectados o por entrar en contacto con partículas infecciosas presentes en el entorno, como en heces, suelo o plantas.
Consejos y mitigación de riesgos según el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos
El Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos informa que, hasta ahora, no hay evidencia de que esta enfermedad afecte a humanos o animales domésticos, aunque no se puede descartar completamente. Por precaución, se recomienda evitar el consumo de carne de animales sospechosos de estar infectados.
Lilianne Ganges subraya que, con la información actual, no hay motivo para alarmarse, pero enfatiza la importancia de evitar riesgos. Se aconseja a los cazadores de ciervos y alces que no consuman la carne, especialmente tejidos como el cerebro, en regiones donde se sospeche la presencia de la caquexia crónica.
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