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Hoy hablamos de las especies indicadoras, que son bacterias, plantas o animales que muestran el estado del medio en el que se encuentran.
El seguimiento de los cambios en comportamientos, fisiología, o número de miembros, los expertos pueden controlar la salud de un entorno determinado.
Dichas especies poseen características clave como indicar la salud de otras especies del mismo ecosistema, si cuentan con mala salud o son extremadamente vulnerables son malos bioindicadores. En condiciones normales el cambio que sufren por los cambios medioambientales es inmediato y medible, pues actúan como sistema de alerta temprana.
Las especies indicadoras son altamente importantes para conocer el estado de salud de los ecosistemas
Entre las especies indicadoras encontramos a los anfibios, como ranas y sapos, que nos alertan de la contaminación. Los cangrejos de río, los corales del océano o los halcones peregrinos y mochuelos moteados, así como muchas plantas autóctonas actúan como tal.
En el lado opuesto tenemos las especies de bacterias que afloran en lugares donde hay muchas toxinas, por lo que también se las considera como bioindicadoras, pues su abundancia pone en alerta a los expertos que observan dichos cambios.
Ahora bien, existe una diferencia entre especies indicadoras y especies clave, a pesar de que algunas pueden contar con estos dos papeles en la naturaleza.
Nos referimos a especies claves cuando tienen un efecto desproporcionado en el entorno en el que habitan, pues son las encargadas de mantener la biodiversidad, y no existen otras que puedan realizar la misma función que estas.
Sin su existencia, el ecosistema cambiaría de forma drástica o podría llegar a desaparecer. En este caso ejemplifican los expertos con los castores, ya que construyen presas creando hábitats conocidos como humedales donde pueden prosperar gracias a dicha acción, otras muchas especies importantes.
La diferencia con las especies indicadoras, es que las especies claves a pesar de ser vitales para el mantenimiento del ecosistema que habitan, pueden o no ser susceptibles al cambio ambiental, algo que es totalmente característico de las primeras.
Pero hay especies que son las dos cosas, como el fresno blanco, ya que proporciona alimento y hábitat y actúa como sumidero de contaminantes, pero también indica claramente de los cambios en su entorno.
La observación y estudio de dichas especies ayuda a tomar el pulso a la salud de los ecosistemas
Esto es lo que hace, por ejemplo, el Pika Project de Colorado, EEUU, que forma voluntarios para recoger datos sobre poblaciones de especies indicadoras en todo el Estado.
De esta forma y gracias a la observación de la Pica americana, se conoce aquellas que se encuentran en mayor peligro, protegiéndolas tanto a ellas como al ecosistema alpino donde habitan.
De forma general, la observación les da la herramienta para determinan qué cambios acontecen en los entornos naturales. Por ello científicos, legisladores y funcionarios públicos utilizan los datos que se tienen de dichas especies indicadoras, para poder crear y aplicar políticas de conservación, buscando revertir y prevenir los daños antes de que el golpe a la naturaleza sea peor a irreversible.
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