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El esquí adaptado es un deporte que despierta emoción, ofrece paisajes impresionantes y permite sentir el crujido de la nieve bajo los esquís. Tradicionalmente, se había considerado una actividad exclusiva para quienes no presentan ninguna discapacidad. No obstante, en España, las estaciones de Formigal y Candanchú han demostrado que la nieve no pone límites, gracias al compromiso de instructores que han hecho de la inclusión su prioridad.
Urbez Moncasi y Víctor Valladares, en Formigal, junto con Cándido Sáez, en Candanchú, han revolucionado la forma en que las personas con discapacidad viven el esquí adaptado. Su dedicación, formación y esfuerzo han hecho posible que cada temporada cientos de esquiadores con diversidad funcional disfruten plenamente de este deporte.
El esfuerzo detrás de la inclusión en las pistas de esquí adaptado
La inclusión en las pistas de esquí no ha sido producto del azar, sino del esfuerzo y la perseverancia de profesionales como Víctor Valladares. Hace más de veinte años, Valladares advirtió que muchas personas con discapacidad estaban completamente marginadas de este deporte. El punto de inflexión ocurrió cuando un colegio intentó organizar una salida a la nieve para un niño ciego, pero la dirección de la estación se negó por temor a posibles accidentes.
"Nos dimos cuenta de que algo no funcionaba y decidimos formarnos en esquí adaptado", relata Valladares. Así nació la Fundación Deporte Solidario, una organización que, desde hace casi dos décadas, trabaja para garantizar que las personas con discapacidad puedan disfrutar de la nieve en la estación de Formigal. Gracias a su determinación y al respaldo de empresarios locales, lograron recaudar fondos para adquirir equipamiento adaptado y capacitar monitores especializados.
Desde entonces, Formigal se ha consolidado como un referente del esquí adaptado en España. Cada temporada, entre 650 y 700 personas con discapacidad tienen la oportunidad de esquiar en sus pistas con clases personalizadas y material adecuado a sus necesidades.
Un aprendizaje sin límites en Formigal
La escuela de esquí de Formigal ha integrado plenamente el esquí adaptado dentro de su programa oficial. "A pesar de que llevamos casi veinte años aquí, aún hay personas que desconocen esta opción", señala Valladares. La falta de visibilidad ha sido uno de los mayores desafíos, ya que muchas familias ignoran que este deporte también está al alcance de sus hijos.
Gracias a la Fundación, las clases de esquí para personas con discapacidad tienen un precio más accesible. Mientras que una clase normal cuesta 60 euros, las adaptadas solo valen 35, ya que la organización cubre la diferencia. "Es un gran esfuerzo, pero lo hacemos con pasión", dice Urbez Moncasi, uno de los monitores especializados.
La adaptación para todos
El equipo de Formigal cuenta con material específico para cada tipo de discapacidad:
- Discapacidad visual: Se utilizan megáfonos e intercomunicadores para guiar a los esquiadores en el descenso.
- Movilidad reducida: Hay diferentes tipos de sillas adaptadas, que requieren formación especial para su uso.
- Discapacidad intelectual: La enseñanza se ajusta a las necesidades y ritmo de cada persona.
"En 17 años, no hemos tenido ningún accidente", asegura Valladares, destacando la importancia de la seguridad y la formación de los instructores. Explica que manejar una silla adaptada no es solo deslizarse, sino también saber usar los remontes, controlar el peso y garantizar la estabilidad.
Para los monitores, la mayor satisfacción es ver cómo el esquí adaptado cambia la vida de sus alumnos. "Muchas familias piensan que su hijo nunca podrá esquiar, pero cuando lo ven bajar con una sonrisa, se dan cuenta de que sí es posible", comenta Moncasi.
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