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España tiene un gran problema estructural, a día de hoy, casi 14 millones de personas viven del sector público (empleados, pensionistas y parados) mientras que poco más de 13 millones trabajan en el sector privado. Al ser un porcentaje menor, existe un riesgo muy alto de que la presión fiscal sobre los segundos se intensifique para poder mantener a los primeros. Esto representa un problema muy significativo, no sólo por ahogar todavía más la creación de recursos, sino por seguir interiorizando una idea totalmente perniciosa para la sociedad: el miedo al riesgo.
Una economía se construye y crece con empleadores, no con empleados
En Estados Unidos lo tienen muy claro, si una persona hereda una cantidad de dinero, lo primero que piensa es que negocio montar o en qué proyecto invertir. En España todo lo contrario.
La primera idea suele ser qué vivienda comprar para tratar de tener una renta fija. Dos maneras de pensar, que no podemos individualizar, pero sí medir en un contexto global. Riesgo frente a seguridad, posibilidad de creación de valor frente a no creación, 3% de paro frente a un 15%.
La raíz viene del sistema estatista y socialista que tenemos, sobre todo desarrollado en las generaciones adultas, donde la idea de Estado de bienestar sólo se asocia a la actuación del propio estado público.
Un error tan peligroso como difícil de subsanar
Para ello, debemos empezar por la cepa, necesitamos fomentar el emprendimiento, quitar ese miedo al riesgo y esa falacia de la seguridad salarial como meta primordial de la juventud. Y esto no se puede fomentar de ninguna manera si promocionamos cada vez más trabajos públicos y, además, con puestos asegurados, a costa de ahogar con regulación e impuestos a las pocas empresas que han decidido arriesgar. Tampoco se puede fomentar si, con la fuerza de la ley, protegemos siempre al empleado por encima del empresario. Es necesario que empecemos a pensar en cómo crear empleo en vez de como acabar con el desempleo.
Debemos exigir, ya no facilidades, sino simplemente que se eliminen las múltiples trabas que existen, por parte del estado, a la creación de proyectos privados en favor de mantener el gigantesco e ineficiente sistema público. El bienestar de una sociedad no se consigue a través de “papá Estado”, de esta manera sólo se consigue el bienestar de unos pocos.
Aquí vemos la evolución del sector privado frente al público en los últimos años
En gobiernos más socialistas, y digo más porque todos los partidos políticos de nuestro país son sociales demócratas, se acentúa la diferencia entre ambos. Tengamos en cuenta, a la hora de votar, que cuanta más diferencia haya entre los dos sectores, más difícil será en un futuro corregir el desajuste.
De esta manera, es necesario ir devolviéndole competencias a la sociedad en detrimento del régimen público. Para ello, necesitamos un partido que nazca con la idea de “auto inmolarse”, un partido que trate de reducir al máximo su campo de intervención, y hoy en día, esa luz sólo la aporta el movimiento libertario.
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