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Elena García Armada ha sido elegida mejor ingeniera de España. Un título que ni junto con otros galardones, ha granjeado financiación fácil para un proyecto pionero en el mundo. Esta científica titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) llevaba veinte años trabajando con su equipo en desarrollar un exoesqueleto para adultos cuando una niña tetrapléjica, Daniela, y sus padres, se cruzaron en su camino.
La ingeniera fundó la empresa Marsi Bionics en Alcalá de Henares para vender el exoesqueleto. Francia, Alemania, Dinamarca y Suecia son sus clientes. En España, siguen en activa búsqueda de ayuda pública.
El primer exoesqueleto del mundo para niños con problemas para caminar
Su misión no es rehabilitar, sino "retrasar la degeneración que conllevan las afecciones neuromusculares".
Los pacientes con AME podrían utilizar el exoesqueleto como parte de su entrenamiento muscular. El exoesqueleto, que pesa unos 12 kilos y está fabricado de aluminio y titanio, incluye una serie de motores que imitan el funcionamiento del músculo humano y aportan al niño la fuerza que le falta para mantenerse en pie y caminar.
Los de Daniela fueron pasos mágicos. Elena García cuenta, en una entrevista publicada por ABC, que trabajaron en idear robots caminantes. «Las empresas que comercializaban exoesqueletos para adultos con lesión medular no tenían entre sus planes a quince años abordar el sector pediátrico, así que aceptamos el reto. En tres años teníamos funcionando el primer prototipo, que probamos en aquella niña», comenta la doctora.
¿Qué es un exoesqueleto?
Un exoesqueleto es una armadura robotizada que se viste desde el tronco hasta los pies para una persona que no puede caminar. Las articulaciones motorizadas de esta herramienta operan en paralelo a las del paciente, aportando la movilidad y la fuerza que les falta.
Esta enorme motivación les incita a realizar ejercicios físicos, por lo que se aprecia de inmediato una mejora en su rango articular y disminuyen las complicaciones musculo-esqueléticas causadas por la sedestación permanente.
Su gran barrera: la falta de financiación
Inicialmente, el exoesqueleto se ofrece como una herramienta para la rehabilitación y la medicina física. La evolución de la tecnología permitirá que en los próximos años se incorporen paulatinamente a las actividades para uso doméstico y particular. Sin embargo, antes deben sortear la principal barrera que han encontrado en los últimos años: la falta de financiación.
En la actualidad, el exoesqueleto se utiliza para investigación clínica en dos hospitales, el San Joan de Déu de Barcelona, y La Paz de Madrid, junto al Raymond Poincaré de París.
La carencia de ayudas y la negativa del Sistema Nacional de Salud a incluir la tecnología como cobertura, hacen que se busque la colaboración empresarial para apadrinar a los niños que participen voluntariamente en el proyecto. Cubrirían así los costes de su terapia.
Después de ocho años de trabajo y superar, el coste de fabricación por unidad asciende a unos 30.000 euros.
Se calcula que en España hay 120.000 menores con diferentes patologías que les impiden caminar, 700.000 en Europa y unos 17 millones en todo el mundo. Por ello, es imprescindible que el robot cruce las puertas del laboratorio y empiece a industrializarse.
Colabora aquí con Marsi Bionics para que los niños puedan rehabilitarse con exoesqueletos pediátricos.
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