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Una encuesta interna en la zona de Brasil ha mostrado el aumento de la pobreza y las personas sin techo, lo que da lugar a un fuerte aumento del hambre. Según los datos de Red Penssan, son 33 millones de brasileños los que no tienen qué comer.
El hambre se ha incrementado hasta en 14 millones
La alianza de investigadores, académicos y organizaciones de la sociedad civil, Red Penssan, ha realizado una encuesta por todas las puertas de Brasil para mostrar la realidad a la que se vienen enfrentando sus habitantes en los últimos años. Los resultados han relejado que la cifra de hambrientos alcanza los 33 millones de brasileños, unos datos que se suman a otros aspectos de la vida cotidiana como el acceso a la vivienda o las colas en comedores sociales.
En menos de un año, el hambre se ha incrementado en 14 millones, y no por temas del COVID ni los datos de la crisis económica, sino el desmantelamiento de políticas públicas vitales para las familias pobres, como por ejemplo las compras institucionales de los pequeños agricultores o el acceso a la educación de los menores.
Uno de los investigadores de Políticas Públicas, Nilson de Paula, lo recalcó con la siguiente definición: “Cuando un miembro de la familia deja de alimentarse, ya no queda comida ni tienen dinero para comprarla”.
La economía brasileña lleva una década estancada
La situación económica del mundo en general, pero sobre todo de Brasil, era mucho mejor debido a la llegada del boom de las materias primas. Sin embargo, una recesión económica hizo que aumentase el descontento, dando lugar a lo que hoy hemos podido comprobar: la economía brasileña lleva una década estancada.
Al aumento del hambre y la pobreza se le ha sumado una de las cifras de inflación más altas que se dan en el mundo. Esta inflación ha influido de manera directa a los bolsillos de los brasileños, y también a las condiciones de vida.
La tasa de inseguridad alimentaria alcanzó en 2021 su mayor nivel
El porcentaje de familias que no tienen dinero para garantizar una alimentación digna comenzó en 2014 cuando el país fue retirado del Mapa Mundial del Hambre de la ONU. Este aumento alcanzó su mayor nivel en el 2021, cuando por primera vez se superó el promedio mundial.
En Brasil, las familias pobres son las que, lógicamente, más sufren el declive de datos de hambre. En concreto, los grupos a los que más les afecta son a las mujeres, a personas de entre 30 y 49 años, cuyos domicilios son los que tienen mayor número de hijos.
En definitiva, el coronavirus puede significar para Brasil borrar en pocos meses el esfuerzo que realizaron para luchar contra el hambre, y que, a día de hoy, ahondará las desigualdades generadas de cara a las futuras generaciones. 2020 estará definido por la desigualdad y la pobreza, también para Brasil.
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