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EHGNA, son las siglas de la Enfermedad del Hígado Graso No Alcohólico, y cuya prevalencia está poniendo en alerta a los especialistas, porque va en un aumento terrible.
Más de 10 millones de españoles la padecen, y no nos damos cuenta de que su existencia acarrea consecuencias fatales, donde se incluye la muerte.
“El porcentaje de afección está creciendo porque los principales factores de riesgo son la obesidad, la diabetes, la hipertensión, el colesterol y, en general, todas las afecciones incluidas en el síndrome metabólico (tensión alta, niveles de azúcar en sangre, exceso de grasa en la zona de la cintura, colesterol malo y triglicéridos altos) se incrementan cada día, por lo que el riesgo de padecer esta enfermedad también crece”, explica Javier Ampuero, hematólogo del Hospital Virgen del Rocío, de Sevilla para la revista Consumer.
La enfermedad del hígado graso afecta a este órgano como si las personas que lo sufren fueran alcohólicas
El hígado graso es una enfermedad silenciosa que puede tardar décadas en dar síntomas y para la que no existe fármaco, aunque perdiendo peso, adoptando una dieta saludable y practicando ejercicio, el órgano es capaz de regenerarse si se coge a tiempo.
Esta enfermedad es provocada por la acumulación excesiva de grasa a lo largo de los años en el interior del hígado (en sus células o hepatocitos).
“Este cúmulo puede hacerse tóxico y dañar el hígado, produciendo inflamación (hepatitis) y daño celular, con destrucción de células hepáticas y estrés oxidativo. A su vez, esta inflamación puede activar unas células que llamamos células estrelladas hepáticas, que son las encargadas de producir fibrosis (cicatrices) en el hígado, que si va en aumento puede conducir a la cirrosis o cáncer de hígado”, explica Rocío Aller de la Fuente, especialista del aparato digestivo del Hospital Clínico de Valladolid y miembro de la Asociación Española para el Estudio del hígado (AEEH).
Los especialistas advierten de que, si la prevalencia va en aumento, las previsiones para unos 10 años son que la tasa de los que desarrollen un problema de cirrosis y cáncer también se disparará por el hígado graso.
“En mi hospital a lo largo de esta última década hemos ido viendo cómo cada vez hay más casos de trasplantes de hígado asociados a cánceres vinculados a la EHGNA. Calculamos que en el plazo de 10 años se convertirá en la primera causa de trasplante y de cáncer de hígado (actualmente es la tercera causa)”, explica Javier Ampuero, hematólogo del Hospital Virgen del Rocío, de Sevilla.
Hasta que no hay una cirrosis muy avanzada, realmente no hay síntomas evidentes que pueden ponerle a uno sobre la pista de que algo no marcha bien. Por eso, cuando se presenta la cirrosis se puede observar la aparición de la característica ictericia, la coloración amarillenta de la piel que se produce porque el hígado es incapaz de eliminar la bilirrubina de la sangre.
El hígado tiene la capacidad de regenerarse, pero los expertos advierten que hasta cierto punto. Si el hígado ya está muy deteriorado y castigado, el órgano pierde esa capacidad.
La EHGNA se desarrolla de una manera progresiva y lenta, y se clasifica en función del estadio en el que se encuentra. El grado de cicatrices o heridas (fibrosis) que tiene el hígado graso se clasifican del cero al cuatro. “Cualquiera de los primeros estadios de la enfermedad puede volver hacia atrás, pero cuanto más avanzado sea este grado, más difícil será el retroceso. De hecho, el cuarto ya es irreversible”, explica Ampuero.
Una enfermedad que ataca también a la infancia
“Un 30 % de la población infantil tiene obesidad, muchos niños consumen comida poco saludable, rica en grasa saturada, ultraprocesada, bebidas azucaradas y bollería industrial. Lógicamente en ellos encontramos formas más leves de la enfermedad, porque no ha dado tiempo a su progresión, pero si un niño tiene sobrepeso va a tener más riesgo de padecer formas avanzadas de enfermedad por hígado graso en la edad media de la vida, así como más riesgo de diabetes y de otros factores de riesgo cardiovascular”, explica la doctora Rocío Aller.
Con el fin de revertir el riesgo de la futura aparición del hígado graso en la infancia, debemos de educar y educarnos en la importancia de llevar un estilo de vida saludable, realizando ejercicio físico y evitando el sedentarismo. Y es que los expertos están viendo en consulta adultos con 50 años que comenzaron a tener problemas de esta índole con 30, por lo que el panorama es desolador, ya que no se sabe si en un futuro los pronósticos los niños y adolescentes empezaran a sufrirlo más pronto.
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