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El Hospital Gregorio Marañón de Madrid ha creado su propia empresa para fabricar y desarrollar un fármaco que va a permitir evitar daños graves en los riñones.
El proyecto Cilastatina surgió gracias a la investigación desarrollada por el fallecido Alberto Tejedor, que era jefe del Servicio de Nefrología. Su equipo patentó la capacidad del compuesto cilastatina para prevenir y tratar el fracaso renal agudo. El Dr. Tejedor falleció de Covid-19, pero su legado ha permitido crear Telara Pharma, la correspondiente spin-off (empresa) del proyecto Cilastatina.
Telara Pharma ha suscrito un acuerdo de licencia exclusiva mundial con la empresa canadiense Arch Biopartners para utilizar la cilastatina en el tratamiento y la prevención de la lesión renal aguda y en procesos de sepsis (infección generalizada en el organismo).
Esta molécula que se convertirá en el primer nefroprotector
El Hospital Gregorio Marañón ya ha realizado todos los ensayos preclínicos pertinentes y ha publicado los estudios en revistas científicas internacionales que avalan los resultados.
Los investigadores continúan trabajando junto a la empresa biofarmacéutica Spherium Biomed, a favor de quien se ha licenciado la patente, para poder hacer llegar el fármaco a la práctica clínica.
La investigación para llegar a este fármaco protector del riñón comenzó en los años 90 y culminó en el descubrimiento de una molécula que actúa frente a la toxicidad de otros fármacos habituales en la clínica humana.
El centro patentó esta molécula que ahora se convertirá en el primer nefroprotector que se ha desarrollado y que ayudará a prevenir el fracaso renal agudo de los pacientes.
La cilastatina protege el riñón en más de un 80 % frente a la toxicidad de fármacos que se usan habitualmente en el tratamiento de ciertos cánceres, trasplantes o infecciones.
Estos tratamientos, cuando provocan toxicidad renal, deben cambiarse por alternativas terapéuticas menos eficaces, más costosas para la sanidad pública y con mayores complicaciones para el paciente, e incluso en ocasiones obliga a interrumpir el tratamiento con el riesgo que ello supone.
El nuevo fármaco abre la posibilidad de mejorar y ampliar los tratamientos para el cáncer, el VIH e inmunosupresores para el evitar el rechazo en los trasplantes, y el uso de antibióticos para el tratamiento de infecciones que no se podía utilizar por su alta toxicidad renal.
Los riñones filtran unos 200 litros de sangre al día para producir hasta dos litros de orina
Con este proceso se eliminan los desechos del organismo (urea, ácido úrico, creatinina, potasio, fósforo) a través de un complejo sistema que incluye mecanismos de filtración, reabsorción y excreción.
Cuando falla el riñón en lo que se denomina ‘fracaso renal agudo’ se pierde la capacidad de eliminar estos desechos, lo que puede causar una enfermedad crónica o incluso la muerte.
La insuficiencia renal aguda es recurrente y complicada debido a su aparición como efecto secundario no solo de patologías crónicas, principalmente diabetes, sino también como resultado de tratamientos farmacológicos y médicos que solían ser considerados como seguros.
De hecho, más de un 40 % del fracaso renal agudo se relaciona con daños producidos por efectos secundarios de tratamientos farmacológicos o médicos.
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