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Muchos creen, y afirman, que la igualdad de género está más que conseguida, que no hace falta salir a las calles en manifestaciones multitudinarias para solicitar una igualdad de derechos que es más que real. Sin embargo, cuando pones el foco o una lupa en los diferentes aspectos del día a día, puedes observar que, en el mejor de los casos, este pensamiento sobre la igualdad es una forma muy inocente de ver la realidad.
En estos días, la igualdad de género en el deporte ha conseguido subir a la superficie por un desagradable suceso, que afortunadamente no empañó la victoria de la Selección femenina de fútbol en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, una que además fue histórica, sino que la convirtió en un doblete al impulsar cambios más que necesarios, que cualquiera que defienda que la igualdad entre hombres y mujeres es real, acabaría llevándose las manos a la cabeza si conociera la gestión interna hasta el momento.
La igualdad de género en el deporte
Estamos hablando del más que conocido "caso Rubiales", un hecho que simplemente ha servido de manifiesto para señalar que la igualdad de género en el deporte brilla por su ausencia. Para darnos cuenta ella, partamos de la base: ¿Cuántas mujeres y hombres deportistas hay actualmente en España? Según el Observatorio del Deporte Femenino de la Universidad Francisco de Victoria, del 100 % de las licencias deportivas, solo el 23,5 % pertenecen a mujeres, ni si quiera una cuarta parte. ¿Por qué?
Es posible que la mayoría presuponga que es porque las mujeres no sienten tanto interés por el deporte profesional, pero para ellos Pilar Calvo, tiradora profesional de tiro al plato y secretaria general de la Asociación de Mujeres en el Deporte Profesional, tiene otra respuesta: "El deporte femenino tiene un trato diferente que el masculino y al final las mujeres se cansan de las desigualdades y dejan de practicarlo".
Pero si aún dudamos de la palabra de una mujeres deportista profesional, quizá nos ayude su ejemplo: "En mi caso estoy federada y a los torneos a los que asisto constan de premios con cuantías diferentes según el género", explica Calvo en una entrevista al medio Corresponsables, señalando que "Esto es una tónica extensible a todos los deportes. Las mujeres siempre cobramos menos que los hombres, ya sea a nivel competición o dentro de los clubes y federaciones".
Y aunque inocentemente se pueda llegar a pensar que el deporte es algo "vocacional" lo cierto es que la gran mayoría de personas necesitan recibir retribuciones económicas por los carrera para poder subsistir. El deporte no es una excepción en esto. ¿Sin un salario equiparado podríamos seguir hablando de igualdad de género en el deporte?
De la promoción a la visibilidad mediática
“Las mujeres futbolistas no pueden cobrar lo mismo que sus homólogos masculinos porque las ligas y campeonatos femeninos llevan menos tiempo existiendo y se encuentran en un momento de crecimiento y expansión; por lo que aún no cuentan con los promotores y publicidad necesaria que genere los mismos ingresos que en el futbol masculino”, arguyen desde los clubes y patronales de futbolistas, y en el se escudan para no afrontar la realidad: la desigualdad de género en el deporte.
Pero para entender mejor el porqué de esta situación, Amanda Gutiérrez, abogada y presidenta de FUTPRO, el mayor sindicato de futbolistas mujeres en España, explica en una entrevista para el medio Corresponsables, que existiendo una Ley de Igualdad, de 2022, "el sueldo base de los y las futbolistas tendría que ser a priori el mismo. Otra cosa son los incentivos y bonificaciones de cada o club o federación, pero el sueldo base por ley debe ser el mismo".
O al menos eso es lo que lógicamente cabría pensar si entendemos que existe igualdad de género. Sin embargo, el sueldo mínimo para un futbolista masculino es de 180.000 euros al año, sobre el que se le añaden el resto de bonificaciones. Sin embargo, el de las mujeres hasta hace muy poco, concretamente hasta el mes de septiembre pasado, era de tan solo 16.000 euros.
Una brecha avergonzante
Con las reformas obtenidas gracias a la lucha de las futbolistas de la selección, este importe ha llegado a los 21.000 euros. Sin embargo, la inmensa brecha es más que evidente, y totalmente fuera de las bonificaciones, la publicidad o los patrocinios. "El futbol masculino necesitó de tiempo y contó con inversión tanto pública, como privada, para llegar a ser lo que es hoy", remarca Gutiérrez.
"Tan solo reclamamos tener el mismo trato de favor y que nos ayuden a que el futbol femenino alcance la misma repercusión que el masculino”, aclara. "Es más, el fútbol femenino español ha conseguido en muchísimo menos tiempo y con menos recursos muchos más triunfos y repercusión que el masculino. Un ejemplo de ello es que ya somos campeonas del mundo".
Pueden utilizarse otros argumentos, como que el deporte femenino no genera tanto interés y por eso no hay tantos patrocinadores, pero las cifras de audiencia del último Mundial de Fútbol femenino o las de los Juegos Olímpicos demuestran claramente que este no es del todo cierto. Da igual cuanto se empeñen en negarlo, pero hay una realidad y es que la igualdad de género en el deporte todavía está en pañales.
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