La ética irrumpe en la Inteligencia Artificial

La ética es importante para todos los sectores y más para un sector puntero como es la Inteligencia Artificial (IA). La ética que encierra a la Inteligencia Artificial y a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son importantes para definir una nueva Revolución Industrial. Según se señala en el diario El País, “esta ética tiene que ser positiva y constructiva, con contenidos que ayuden dibujar un horizonte que alimente la planificación y las acciones concretas.

La sociedad tiene que construir de forma colectiva los mecanismos de defensa necesarios para mitigar los riesgos de la digitalización y potenciar los usos que generan un impacto positivo y, necesariamente, sistémico para conseguir los objetivos de la Agenda 2030 y más allá”. La Inteligencia Artificial hace que se pueda vislumbrar una nueva era y el advenimiento de una Cuarta Revolución Industrial. Sin embargo, el reto que tiene esta revolución industrial será mayúsculo. El COVID-19 se ha colado en plena Revolución Industrial.

¿Cuáles son los retos de la Revolución Industrial?

Los retos podrían configurarse en cuatro áreas: los valores y bienestar individual, valores y bienestar colectivo, convivir con la complejidad y casar ciencia y ética. A partir de ahora, no será adecuada una visión individual.  La visión colectiva tiene que nacer fruto del consenso para poder tener alcance global.

En ese sentido los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son un consenso del planeta y son válidos para guiar el avance tecnológico y alimentar la reflexión ética. Además de los diversos beneficios y retos que aporta la Inteligencia Artificial, el director de del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial (CSIC), ha declarado cuáles son los potenciales problemas.

¿Cuáles son los problemas de la Inteligencia Artificial?

El primero que ha señalado López de Mántaras, director del Instituto de Inteligencia Artificial ha sido la privacidad. Todos los aparatos electrónicos saben lo que podemos llegar a hacer en cada momento.

Los asistentes personales de nuestros teléfonos móviles, conocen bastante bien lo que hacemos, nuestras preferencias y nuestros gustos e incluso pueden llegar a inferir lo que pensamos y cómo nos sentimos. Para evitar este ataque a nuestra privacidad, los usuarios deberíamos tener acceso a una copia de todos nuestros movimientos, controlar su uso y decidir a quién permitimos el acceso a los mismos y bajo qué condiciones.

La IA detecta un dilema ético que hemos comentado anteriormente. La IA está basada en programación compleja, y por lo tanto, necesariamente cometerá errores. Por ejemplo, un vehículo autónomo podría decidir atropellar a un peatón para evitar una colisión que podría causar daños a sus ocupantes.

Los ciudadanos deben conocer los riesgos de la Inteligencia Artificial

Las nuevas generaciones deben tener las competencias necesarias para controlarla en lugar de ser controlados por ella. Necesitamos futuros ciudadanos mucho más informados, con más capacidad para evaluar los riesgos tecnológicos, más sentido crítico y capaces de hacer valer sus derechos. Este proceso de formación debe empezar en las escuelas y tener continuación en la universidad.

Sólo si invertimos en educación y proporcionamos información de calidad conseguiremos una sociedad que pueda aprovechar las ventajas de las tecnologías inteligentes minimizando sus riesgos.

¿Cómo son los métodos de la Inteligencia Artificial?

Los métodos de la Inteligencia Artificial buscan ser generalistas, pero la necesidad del desarrollo nos obliga a recorrer también el camino contrario y desarrollar ciencia de lo específico. Los métodos se han visto afectados por la crisis del COVID-19. La tecnología ha demostrado ser útil para crear sistemas de alerta temprana, monitorización y medición de impacto. Poder asegurar los valores éticos colectivos e individuales requiere crear mecanismos reales que los garanticen y los preserven incluso en crisis al igual que hay mecanismos para asegurar los derechos humanos.