El colectivo necesita ayudas estatales que contribuyan a normalizar la presencia de la lengua de signos en la cultura como una forma de comunicarnos más.
A muchas familias con hijas e hijos sordos no se les ha dado la posibilidad de adquirir la lengua de signos, la única que desarrollan de manera natural.
La lengua de signos es una lengua viva y está acostumbrada a actualizarse para responder a nuevas situaciones o necesidades comunicativas de las personas sordas.